De Jack Kerouac a Charlie Parker, el Bird del saxofón
Charlie Parker y su saxofón. / Foto: The Library of Congress.

Pónganse en situación... Corrían los años 40 en Estados Unidos: la Segunda Guerra Mundial daba sus últimos latidos, Hitler acabó derrotado y América del Norte gozaba del esplendor que conlleva ser una de las potencias mundiales, junto a la URSS, con quien inició la Guerra Fría. En el panorama musical, los estadounidenses se movieron a ritmo de Swing durante las postrimerías del conflicto mundial armado. No fue hasta finales de los 40 que nuevos ritmos como el Jazz, el Be-bop y el Rock'n'Roll fueron emergiendo y creciendo años después.

Mientras el mundo se agitaba, jóvenes aspirantes a músicos, poetas y artistas se formaban, vivían. Dos de ellos fueron Jack Kerouac, en literatura, y Charlie Parker, por lo que a la música concierne. El primero viajaba de un extremo al otro del país y abonaba la semilla para sus futuras novelas. El segundo iba perfilando su estilo musical característico y sentando las bases para lo que más tarde se denominaría Jazz Moderno o Be-bop.

Jack Kerouac empezó a admirar al joven saxofonista tras presenciar sus actuaciones mientras ambos vivían en Nueva York. Estas jam sessions neoyorquinas inspiraban al escritor, como bien se ve en el poema Coro 239º, dedicado al propio músico, cuyos versos dicen así: “...-Esto era lo que Charlie Parker/ decía cuando tocaba: Todo está Bien./ Se tenía la sensación de temprano a la mañana/ como el júbilo de un ermitaño, o como/ el grito perfecto/ de un grupo escandaloso en una sesión de jazz...”. No sólo la figura de Charlie Parker destaca entre los poemas de Kerouac, su obra en general está harto influenciada por la música y por personajes concretos, como es también el caso de Sara Vaughan. 

Charlie Bird Parker es considerado el padre del Be-bop y uno de los mejores saxofonistas de jazz, pero en el inicio de su aprendizaje nadie hubiera dicho que llegaría tan alto. Durante su niñez, el pequeño Charlie Christopher Parker Jr. fue aplicado y estudioso; sin embargo, al llegar a la adolescencia, su rebeldía afloró y se distanció de los pupitres. Por suerte, su curiosidad por la música no decayó: ya de niño empezó a estudiar el bombardón y más tarde se pasó al saxofón. Con la edad de 15 años y gracias al director de la orquesta de su instituto, quien así se lo solicitó, entró a formar parte de ella como saxofonista. Este hecho le llevó a apasionarse por la música.

Su vida pasó por distintos episodios: desde el matrimonio, pasando por su adicción a la heroína, hasta llegar a pasar una temporada en la cárcel. No obstante, estos hechos no rebajan ni su mérito ni su trabajo para convertirse en una gran figura del Jazz. El afianzamiento musical le llegó cuando se mudó a Nueva York. Allí compartió escenario con Dizzy Gillespie, Thelonious Monk, Kenny Clarke, entre otros, y no dejaba indiferente a nadie. La leyenda de Bird estaba ya escribiéndose.

Muchos fueron los que rechazaron el nuevo estilo de Parker, pero este músico iconoclasta no se daba por vencido. ¿Por qué iconoclasta? Por crear una nueva concepción melódica del Jazz y de senda improvisación. El Be-bop rompe todos los clichés afianzados en las jams de Jazz y en el Swing; es un estilo mucho más rápido, enérgico, basado en improvisaciones en las que se modifican los acordes, causando un, hasta entonces nunca oído, torbellino caótico.

Pese a la aparente estructura ilógica del Be-bop, Bird era un músico disciplinado y trabajador. Su estilo tenía tal complejidad armónica que evidenciaba un arduo trabajo musical y el dominio que Parker tenía de su instrumento. Él y los músicos que lo acompañaban fueron los creadores de un nuevo lenguaje musical. A medida que el oído de esos melómanos reticentes se iba acostumbrando a las nuevas melodías, Charlie Parker obtuvo el respeto merecido. El Be-bop era aceptado por los músicos, por el público de las jams, y ya no importaba que los promotores o los críticos los menospreciaran.

 

Charlie Bird Parker dejó como herencia un nuevo estilo musical, una nueva concepción del jazz. Por desgracia murió joven, pero muchos otros músicos, como Dizzy Gillespie, se encargaron de coger el testigo y seguir con el legado del Be-bop. Además y por ende, siendo uno de los músicos predilectos de Jack Kerouac, este saxofonista también dejó su huella en las letras norteamericanas. Como bien dice el escritor en su Coro 239º de Mexico City Blues: “Charlie Parker se parecía a Buda/ Charlie Parker, que murió hace poco/ riéndose de un malabarista de la TV/ después de meses de tensión y enfermedad,/ fue llamado el Músico Perfecto”. Músico perfecto o no, Bird y su saxofón no pasan desapercibidos en la historia musical reciente.  

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