Georgie Fame, historia de una leyenda
El cantante de Lancashire // Foto: chorraditas.net

Es 26 de Junio de 1943 en Leigh, una ciudad perdida en Inglaterra y llueve. Bueno, tal vez no llueva, pero probablemente lo hiciera, esta clase de historias comienzan mejor si la lluvia suena de fondo. Así que llueve, y Clive Powell le grita al mundo, avisándole de su reciente llegada; acababa de nacer una leyenda.


El romance con la música le viene de familia pues su padre era miembro de una banda de baile. A los siete años, comienza a recibir clases de piano pero no se toma demasiado en serio su formación como pianista, hasta que el rock’n’roll inunda los diales de todas las radios. Es ahí cuando el piano deja de ser un entretenimiento y se vuelve algo más serio hasta convertirse en el instrumento que lo acompañará durante toda su carrera y que le abre la primera puerta de su trayectoria al permitirle entrar como pianista en The Dominoes. Puede parecer un pequeño logro pero para un chaval de quince años que acababa de salir de la escuela, tocar con un pequeño grupo local emulando a sus ídolos, era tocar el cielo.


Esta pasión correspondida por la música, lo lleva a exhibirse en un concurso de canto en un campamento de verano. Su participación hace que el cantante de The Blackjacks, le ofrezca enrolarse en su banda y con ellos, viaja a Londres. A pesar del panorama de oportunidades que se abre, Clive decide abandonarlos y buscar suerte por su parte. La fortuna tarda poco en llegar pues en Octubre de ese mismo año consigue una audición para el manager Larry Parnes el cual lo apadrina y presenta al mundo como Georgie Fame.


Con una identidad recién estrenada, se dedica a girar durante un año por todo Reino Unido, con diferentes músicos entre ellos Billy Furry que es el encargado de reclutar a Georgie y a otros tres músicos para Blue Flames. El ideólogo del grupo no tarda en irse y el grupo pasa a llamarse Georgie Fame and the Blue Flames. El blues característico de la primera formación del grupo sigue patente en su repertorio pero la influencia de la Flamingo Club, sala donde estaban afincados como grupo residente se hace más que presente, pues su estilo se vuelve mucho más negro, incorporando rhythm and blues a su estilo. Su primer disco, Rythm and Blues at the flamingo, es un álbum en directo desde su puesto en el club e incluye uno de los clásicos del grupo Yeh Yeh. A lo largo de los sesenta, el estilo del grupo se va impregnando por el jazz.


En los primeros años de los setenta, Georgie colabora en exclusiva a duo con uno de los miembros del The Animals y así, aparecen en diferentes series de televisión. Gracias a su paseo por la pequeña pantalla, Georgie incrementa su popularidad. Esta breve relación finaliza y Fame, retoma su carrera con los Blue Flames, con paradas intermitentes para trabajar en otros proyectos como banda sonora de películas.


Su presencia en el panorama cada vez se hace menos patente como artista principal y ocupa un lugar menos visible como coproductor, como su colaboración en el álbum In Hoagland con Annie Ross. Aun así, a finales de esa década produce No Worries con Blue Flames, A portrait of Chet y toca para Van Morrison el hammond en Avalon Sunset.


Durante los noventa continua acompañando al cantante irlandés y con el coproduce diferentes álbumes como Holw Long Has This o Tell Me Something: the songs of mose Allison. De forma individual, firma con Ben Sidran y lanza su primer disco en solitario Cool Cat Blues, que pronto es seguido por Endangered Species y City Life. Con el sello discográfico Three Line Whip lanza al mundo Walking Wounded.


En 1997 Bill Wyman forma la banda The Rhythm Kings e invita a Fame a alistarse. Con ellos saca cinco discos y diferentes tours, además se dedica a participar en diferentes programas de radio.


Georgie Fame, a través de más de cuarenta años de carrera ha grabado alrededor de unos veinte discos con diferentes artistas convirtiéndose en una figura de referencia. En la actualidad continúa en activo con SU estilo, fruto de mezclar jazz y blues con lo que había vivido sobre los escenarios del mundo. Eso sí, son setenta años bien llevados.

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