Manolo Escobar, la sencillez de la copla
Foto: Rtve.

Nacido el 19 de octubre de 1931 en la localidad de Las Norias de Daza, perteneciente a El Ejido (Almería), como quinto de una familia de diez hermanos, quizás estaba inicialmente predestinado para trabajar en la modesta fonda de su padre llamada  "Casa de Antonio García", pero las duras circunstancias y escasez de la posguerra le llevaron a descubrir Barcelona junto a Salvador y Baldomero, sus dos hermanos mayores. Se instalaron en una habitación alquilada en el Barrio Chino, donde daba el agua a sus hermanos que se dedicaban al estraperlo. Así fueron abriéndose paso hasta establecerse en Badalona, donde encontraron el futuro que tanto escaseaba en su querida tierra almeriense.

Pronto la familia García Escobar volvió a reunirse en la ciudad betulense, donde Manolo trabajó en multitud de oficios, en la industria metalúrgica, como albañil, cartero, ebanista, y en la industria química, pero desde muy pequeño tenía reservado su lugar en el mundo para la música y la canción. Su padre Antonio siempre les transmitió su pasión por la misma, preocupándose muy especialmente de que el profesor les enseñara las cuatro reglas básicas, pero que además les inculcara esa frase de Nietzsche que dice, que sin música la vida sería un error. Manolo cantaba desde que tenía uso de razón, la enjundia flamenca de Manolo Caracol le erizaba el vello, lograba calar sus sentimientos más puros, admiraba además a Pepe Blanco, Manolo el Malagueño, El Príncipe Gitano y Juan Valderrama. Formaba parte de una rondalla familiar junto a sus hermanos, que como él sabían tocar la guitarra y el laúd. Baldomero, Salvador y Manolo, comenzaron a cantar en bautizos, bodas y comuniones, bajo el nombre artístico de  "Los Niños de Antonio García".

Trabajando de albañil en Badalona solía amenizar las peonadas de sus compañeros, circunstancia que no agradaba nada a su jefe, que le reprendía por distraer a los obreros. Obrero de la canción, embajador de la copla y referente de la música popular española, Manolo Escobar era un tipo llano, gran persona y cantante que llegaba muy fácil a la gente. Dio sus primeros pasos en la música en la EAJ1, en Radio Barcelona, donde fue descubierto por José María Nadal. Lo hizo junto a su hermano Juan Gabriel, que le acompañaba a la guitarra. Ambos se examinaron con éxito y obtuvieron el carnet profesional de "Teatro, circo y variedades".

Tenían proyectado ganarse unas pesetas con la canción y junto a sus hermanos hacer un conjunto de éxito, pero a sabiendas de lo incierto del mundo del espectáculo hasta cinco de los hermanos consiguieron un puesto en la estafeta de correos de Barcelona tras finalizar los estudios secundarios. Finalmente aquel proyecto de vida vinculado a la música se fue abriendo paso, primero de la mano del citado José María Nadal con el grupo "Manolo Escobar y sus guitarras", compuesto por los cinco hermanos y luego ya en solitario con el acompañamiento musical de Baldomero, Salvador y Juan Gabriel. La voz de Escobar se consolidó con fuerza y Barcelona se les quedó pequeña, se marcharon de turne por el midi francés, sonaron en Paris y regresaron reclamados por la casa de discos.

A su regreso consiguieron un contrato en Playa de Aro donde conoció a Ana Marx, una turista alemana de la que quedó prendado, casándose unos meses después en Colonia sin saber una sola palabra del idioma teutón, pero componiendo en su corazón un bolero llamado “Tu nombre de Anita”. En 1961, y contratado por Juan Valderrama debuta en Córdoba, en el teatro Duque de Rivas, con su propio espectáculo: "Canta Manolo Escobar". A partir de entonces, a la admiración que sentía por Valderrama se le sumó una amistad entrañable que jamás se rompió. Y es que desde ese momento Manolo se consagró como ídolo de multitudes, convirtiendo prácticamente en oro todo lo que cantaba, logrando un abrumador triunfo por toda España con sus diversos espectáculos. Copla, rumba, pasodoble, bolero, ranchera, y fandango tenían un sello, un sonido propio en la voz de Escobar.

En los setenta con una España sensiblemente tocada por la nostalgia de la emigración unos flamencos de Flandes compusieron la “mayor equivocación” de Manolo: "Y viva España". Una canción que como él mismo dijo nunca hubiera querido grabar, pues nada más escucharla pensó que era considerado cantante de la España de pandereta. Manolo se mostró reticente pero la grabó y aquella equivocación acabó convirtiéndose en el mejor error de su vida. Más de seis millones de discos vendidos para una canción en la que Manolo le hubiera gustado decir que viva el fandango y la sardana, pero que se consolidó como símbolo carpetovetónico y disco más vendido de la historia de la música de España desde 1973 hasta 1992.

En "mi pequeña flor", un bolero precioso dedicado a su hija Vanesa identificamos a ese hombre familiar, tan cercano y sencillo que conocen todos sus compañeros de profesión. La persona y el cantante se mostraban tal cual, pues el gran Manolo Escobar era como sus canciones, su madre, la entrañable "madrecita María del Carmen", el carro y su España. La voz clara y directa que llegó a todos los rincones, un fenómeno social que no cambió un ápice cuando transitaba por los picos más altos de su éxito. El secreto de Manolo Escobar es que jamás tuvo secretos, era como un vaso de agua clara.

Era la copla fácil, canciones que podía cantar la gente, historias de amor con sabor a zambra, expresión de un sentimiento y la cultura de un pueblo que tuvo en Manolo a un símbolo y cantante icónico hasta el final. Tenía la capacidad de simplificar las canciones y el máximo ejemplo de ello lo encontramos en su primera canción icónica: “El porompompero” de Juan Solano. Canción que previamente cantaba Enrique Vargas “El Príncipe Gitano” y que Manolo simplificó a tal punto de que la convirtió en éxito abrumador, llegando a ser una canción al alcance de la gente. Y es ese punto de diferenciación el que lo convirtió en grande, apoyando esa sencillez en canciones como “el viva España”, “el porompompero”, “madrecita María del Carmen”, “Mi carro”, “Yo soy un hombre del campo”, “Mujeres y vino” y “La minifalda”. Todas auténticamente millonarias de las que se vendieron más de un millón de ejemplares y sustentaron el éxito de un cantante con veinticuatro discos de oro, aunque por ventas le habrían correspondido más de 40.

Simplemente Manuel García Escobar, popular cantante e intérprete cinematográfico que nos ha dejado a la edad de 82 años en su casa de Benidorm, donde se apagaron sus cincuenta años de carrera, 80 discos y más de veinte películas, que ejemplifican la trayectoria de uno de los grandes de la música popular española. Aquel que con el sello de su voz convirtió la apasionante complejidad de la copla en una expresión musical y vocal sencilla, y para el que solo existen dos palabras: respeto y admiración.

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