La Señal de Flint presenta su vídeo para 'Tu memoria soy yo'
Foto: blogdelosimposibles.wordpress.com

El pasado domingo el Hotel Tryp Atocha, en capital madrileña, se llenó de música y concienciación sobre una gran causa: la realidad del Alzheimer. Pablo A. Barredo presidía una mesa frente a decenas de personas expectantes. Sin duda alguna, el Día Mundial del Alzheimer era el momento oportuno para dar a conocer su creación: Diario de un cuidador.

Pablo expresó el pensamiento que le había llevado a estar en aquella mesa, confesando que “sentía que tenía que dar el siguiente paso” y salir del mundo de las redes sociales para encarar la concienciación sobre el Alzheimer de manera más personal.

Los asistentes al evento pudieron sentir cómo se les erizaba la piel mientras veían ensimismados una presentación brillantemente elaborada (creada por Pablo Serrano) que se componía de desoladores datos sobre el alcance de la enfermedad en cuestión en unos años.

Pero eso no fue todo. Una vez Pablo hubo terminado de hablar, pasó el turno a Javier Escolano, cantante del grupo zaragozano La Señal de Flint, que también iban a presentar su proyecto al público, en este caso, una canción: Tu memoria soy yo. No solo parte del público contuvo la respiración y derramó algunas lágrimas de empatía, también lo hizo Elena Ballesteros, madrina de honor de la fundación. Ella, con la voz entrecortada, se vio con fuerzas para dedicar unas palabras de simpatía a Pablo, por la labor que está llevando a cabo.

Como broche de oro, La Señal de Flint cerró el evento dedicando tres temas al casi medio centenar de personas que escuchaban atentas. Empezaron con Héroes, canción que quisieron dedicar a los cuidadores de enfermos de Alzheimer; siguieron con Miedos, un tema desenfadado y potente que sirvió, precisamente, para que el público dejase de tener tan en cuenta los temores que habían podido surgirles tras conocer los devastadores datos del Alzheimer, y prepararles para escuchar de nuevo el “tema estrella”, Tu memoria soy yo, esta vez a piano. Un momento especialmente emocional en el que el propio Escolano no pudo controlar sus lágrimas.

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