El Barrio, vuelve el Hijo del Levante
Foto: http://www.popelera.net

Tras una larga ausencia y con vientos del este regresa José Luis Figuereo Franco, lo hace como marinero en tierra, sobre una barca sin remos, con El Barrio en la garganta, Cai en la guitarra y en la percusión un viento marinero. Como todo Hijo del Levante vuelve loco de atar, loco por la música, por lo suyo, divisando la escollera del tiempo que transcurrió en silencio, con la única percusión del viento, que es músico cuando hace chocar los cordeles sobre la botavara y los mástiles de los veleros.

Suena entonces Cádiz, ciudad moldeada por el viento que le vio nacer e inspiró la sencillez de su arte, su Barrio. Pues es su regreso una ventolera marina, su nuevo disco los sonios de la cotidianidad, la cara y la cruz, la bendición y maldición de un poderoso aire que azota y crea historias de vida sobre la piedra ostionera.

Y con el poder del Levante irrumpe con fuerza para compartir el disco más largo de su carrera, quince temas que brotan desde el poso de la sabiduría popular que mamó en Botica 29, calle del Barrio de Sta. María en el que nació y sin la cual no sería concebible su obra. Porque “Selu” fue una guitarra con niño y un niño con guitarra que batió sus alas en la Perla de Cai. Desde que grabó Yo sueno flamenco allá por el año 1996, e inició su despegue con Mi Secreto, El Barrio tiene un sello singular que se consolidó con Mal de amores. En las letras del artista gaditano, en su música, se saborea la humilde crónica del patio vecino, pequeño y maravilloso enclave tan grande y vario como el mundo, donde la risa temprana y la gracia, combaten con el llanto tardío y la desgracia. El llorar y el reír de un Barrio que es una bella caracola vacía en la que el viento suena a mar, que es arte, y donde los pobres son de verdad, pero inmensamente ricos en ganas de sentirse vivos.

Quizás por ello “Selu” se puso el Barrio por montera y aquel sombrero que su madre le regaló fue convertido en velero de una música que con La Fuente del deseo; Me voy al Mundo; Ángel malherido y Las playas de Invierno, navegó por los corazones de la gente. Tras Toda una década, con La Voz de mi silencio se embarcó en una nueva travesía que hizo escala artística y musical con Duermevela y tocó puerto Al sur de la Atlántida, trabajo que abrió paso a un largo y profundo silencio, la larga espera de un marinero en tierra que vuelve envuelto de olas despeinadas y con el elemento creativo de un viento con mucha guasa.

Así como Hijo del Levante regresa tras el paréntesis de oxigenación abierto en diciembre de 2012, cuando en el Palacio de los Deportes de Madrid pisó un escenario por última vez, poniendo así un punto y aparte a una exitosa carrera de diecisiete años. Se le espera como nunca y con su verdad de siempre, buena prueba de ello es que el primer single, de su nuevo trabajo He vuelto se estrenó el pasado mes de agosto y consiguió ser el número 1 en iTunes durante 48 horas. Vuelve con el asesoramiento de Ediciones Senador, que tantos éxitos le dieron al artista gaditano. Muchos aún siguen preguntándose cuál es la fórmula de su éxito, pero como él mismo dice El Barrio no es peor ni mejor que nadie. Sobre una base de humildad, de arraigo con el sur, con un punto de suburbio y verdad de extrarradio, su música asoma soplos, vida, luz y aliento a un sinfín de ‘barrieros’. Vuelve Selu Figuereo, saca de sus recuerdos el negro sus camisas, sus pendientes y vaqueros. De la mano del Levante, del aroma que en sus calles deja un pueblo marinero, con un toque de locura, con remedios y las curas pero el Barrio por sombrero.

Quince temas de un viento que es canción y golpea con locura: Hijo del levante; He vuelto; Sr. Zapatones; Amada mía, Adiós amor; Toreando al destino; Buenas noches amor; De lobo a cordero; Cuando el río suena; Vendimias moras; Donde se esconde el miedo; Un repasito; Santa María; Cántame amor y Memorias del Alzheimer. Quince canciones que verán la luz el 21 de octubre.

Como canta ‘el chico del sombrero’ simplemente suena El Barrio, la verdad de una música que nunca sintió la necesidad de ser clasificada como rock o flamenco. Tan solo la seguridad de que en su interior sopla fuerte el Levante, viento que dejó a una flota de sentimientos amarrada a puerto…

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