Starlight (Luz de las estrellas)

El inquieto y danzarín poso de la canción erosiona la cabeza de Miguel un rato después de acabar la primera cara del LP. Le recuerda a alguien de su infancia. ¿Cómo puede una canción escuchada tantas veces recordar en ese momento a alguien sin saber quién es? El recordado, etéreo en el presente, fue real en el pasado como la luz de las estrellas. Quizás un compañero del colegio, un amigo de un amigo de un verano, una persona que pasó fugaz por su vida y que se asoma ahora desde el extravío. No lo recuerda.

A veces se olvidan nombres pero no las personas y otras el caprichoso acontecer aparta las personas conocidas y los actos vividos. El tiempo borra lo que fue, lo cambia, lo manipula. Miguel trata de rememorar. Se esfuerza más y más. Comienza a desistir. ¡Qué tontería! Sólo es una canción, nada más. Música compuesta hace tiempo. Un disco clásico que le ha acompañado buena parte de su vida. Y precisamente hoy, torna esa sensación vivida en una canción. Ya no es alguien esa evocación, es un falso olvido. Frunce el ceño. Retorna en su memoria. Pudiera ser un lugar ó un sentimiento. Algo es. Fue. Pero ahora es sin serlo. Desapareció para volver en una melodía. ¿Qué es?, ¿qué fue?. El césped en verano ó el cine en Navidad, la cometa que nunca voló ó los viajes a Barcelona a casa de los primos. Quizás aquella calle con altos árboles sedientos en paralelo o las castañas asadas de su abuela. Una escopeta de perdigones o un partido de fútbol en el recreo. Un paseo en bici, un paseo por la playa o a lo mejor un paseo de la mano y un beso. No lo recuerda. 

Una sensación de profunda expansión hace hueco en su cuerpo y empieza a ocupar el salón soleado de su piso. El brazo del giradiscos parece estar en una pausa eterna al compás del chisporroteo de la aguja que acaricia el surco del vinilo. Quita el disco y se prepara un café. Comienza a silbar el estribillo entre sorbito y sorbito. Se enciende un cigarro. Calada tras calada permanece abstraído en sus pensamientos. Golpetea con los dedos la mesa con ritmo, es lo único audible en ese lugar. No lo recuerda.

La casa permanece entre las sombras del silencio de su infancia cuando cierra la puerta y sale a la calle camino de su trabajo.

Luis Isasi de Isasmendi

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