Guitarra, finger style
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A solas con su guitarra el músico entabla un diálogo infinito del que surge la armonía, capaz de llenar los silencios con emociones acordadas. De la intensa relación que mantiene con esta bella dama de interior hueco por el que se cuelan un sinfín de sensaciones, reverbera un sutil llanto de mozuela que se clava en el artista como una lanza, atravesándole aquel corazón malherido por cinco espadas que le robó su amada caja. Porque como dijo el maestro Paco, el sonar como la magia depende de muchas cosas: del estado de ánimo, del equilibrio emocional en ese momento... Y la gran señora de la cintura clamorosa identifica a la perfección como se la trata y el estado de quién la trata. De la relación amor odio del artista con la señora del pozo de viento que canta, de su romance creativo con su mejor y más fiel compañera, surge una melodía que como dijo Lorca es imposible callarla.

Desde que Ferdinando Carulli lo convirtió en arte, son muchos los genios que sucumbieron al hechizo sonoro de la volátil camelia atrapada en la profunda madera. Que se vieron atrapados en su sinuoso cuerpo canoro, pues solo los elegidos creyeron portar a Galatea entre sus manos. Es por ello que toda técnica concebida para mostrarnos la infinita queja de su belleza, sea fruto del trabajo, el esfuerzo, el aprendizaje, la dedicación, no sería nada sin la pasión y la emoción del diálogo que se entabla entre el músico y su curvilínea doncella. Son por tanto estas líneas un viaje al estudio de la técnica del Fingerpicking, desarrollada por los músicos de blues y folk del llamado Viejo Sur de los Estados Unidos. En ella no existe el rasgueo, sino el ‘finger style’, la utilización del pulgar, el dedo índice y el dedo corazón para lograr bajo y melodía.

La idea del 'finger style' es poder sincronizar la melodía con el acompañamiento y, con un poco más de estudio, con el bajo. Para ello es esencial pensar como un pianista, con la gran diferencia de lo que se tiene entre las manos es una virtuosa y canora guitarra. Al conseguir concatenar estos tres elementos, se puede jugar con uno, dos o tres la vez, logrando improvisar y sorprender al oyente, que queda atrapado en el emocionante virtuosismo de la música de cuerda. Entre los precursores más notables de este estilo destacó George Van Eps, el padre de la guitarra de las siete cuerdas, que se refirió a su estilo como “tocar el piano”, capaz de tocar las líneas graves simultáneamente con acordes y solos. No menos significativa fue la inolvidable calidad de Barney Kessel, su inconfundible swing progresivo.

De la misma forma respecto a este estilo sería una herejía no citar al maestro Joe Pass, que rebasó los límites de la armonía en la guitarra en lo que respecta a contrapunto, las líneas de walking bass y los fills. Pass definitivamente elevó la condición instrumento solo de guitarra en el sentido más completo de la palabra. Con el paso de los años la contribución de Lenny Breau fue absolutamente crucial para el desarrollo de la técnica hasta su repentino fallecimiento en 1984, siguiéndole en esa evolución el inglés ultravirtuoso Martin Taylor, y como no el maestro Tuck Andress.

La música, el sonido de la guitarra debe incorporar tres elementos esenciales, la armonía, la melodía y el ritmo, el conjunto de todos ellos unidos al estado de ánimo y la inspiración, convierten a la guitarra en uno de los instrumentos que más toca el corazón de la gente. Es por tanto su intérprete el portador de acordes que roban versos de la luz del alba y que al anochecer recogen los llantos del sol que acaba de morir en las aguas. Porque el punteo, el llamado finger style también era del maestro Paco de Lucía, tan inmenso como para dominar todos los estilos y técnicas posibles en el arte de la guitarra. Guitarra de Luna, de la de Paco, punteo primoroso de sus dedos entre dos aguas.

Y es que existen intérpretes que dan sonido a nuestras imaginaciones, sus composiciones emanan un ambiente luminoso y ventilado, acariciando nuestros oídos como una brisa cálida y sin embargo siempre sorprendente, como es el caso de Franco Morone:

Siendo universal, el punteo es un arte también muy gaditano, pues de ser con anterioridad un elemento secundario y un recurso poco usado; ahora podemos decir que es uno de los principales protagonistas del ritmo de la comparsa. Todo ello gracias a varios genios nacidos en aguas gaditanas, muy especialmente uno de ellos: Francisco Sánchez Payán “Pacoli”. El padre del "alternate picking" ‘punteo con la púa’ de las comparsas gaditanas, maestro de la guitarra con un estilo muy clásico y que suena al Cádiz más puro y antiguo. Aunque en el arte del fingerpicking ‘punteo con los dedos’ tiene a su prócer en Don Pedro Campos “Perico”, que ha sembrado cátedra en el carnaval de Cádiz:

Porque la guitarra es bella, porque siempre habrá algún genio agazapado entre sus cuerdas a la espera de abrir un corazón hueco que canta, porque tendida en la madrugada, siendo firme espera con voz de profunda madera desesperada, encontraremos prodigiosos descubrimientos como Sungha Jung, un surcoreano que lleva acariciándola desde que tenía solo cinco años, revolucionando youtube con su estilo, y ahora con diecinueve es toda una referencia en las redes que todo lo atrapan:

Y porque la guitarra siempre fue mujer, sería un sacrilegio poner fin a estas líneas sin la elegancia y delicadeza de Gabriella Quevedo y su maravilloso Hotel California:

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