Clap. Imagina 7.000 manos sonando como una sola palmada. Al unísono. Clap. Fue la sintonía de 'The Juerga's Rock Festival'. No dejaron de golpearse ni un sólo minuto: acústicos por la mañana, puro rock tarde y noche. La música era la guía por la que se dejaba llevar el juerguista, desde la mañana hasta el alba.
Jueves; primer día. La 'tranquilidad' de 'La M.O.D.A' se fundía después con los coros de Hora Zulú y el descontrol de Boikot y Narco. Éstos dos últimos pusieron el desenfreno, una carga de energía para irse a la cama (sustitúyase por tienda de campaña) con las mejores sensaciones que uno podía canjear. Los primeros acústicos, conciertos de voz y guitarra pues no necesitaban de nada más, acompañaron la primera mañana del viernes. El rap suave de 'La Vallekana Sound System' precedieron al camaleónico Ferran Exceso, al que no se le resiste ningún género, para compartir escenario con 'El Niño de la Hipoteca'.
Reinó entonces la improvisación. Artistas de 'colegueo' haciendo lo que más les gusta del mundo, cantar y, cantando, pasarla bien. Tiraron de favoritos, como 'Alquitrán y Carmín', para sorprender versionando canciones míticas de los ochenta, sonriendo al día con 'Aunque tú no lo sepas' o 'El sitio de mi recreo'. Así cualquiera se va feliz a comer, recobrando fuerzas para el lado más hardcore del festival que tendría lugar esa tarde. Lo protagonizaron grupos como 'Soziedad Alkoholika', 'Gatillazo' o 'Molotov'. En un paréntesis 'La vela puerca', más suave pero no por ello con menos fuerza.
Con las voces de 'Sonido vegetal' aún en la cabeza llegó la siguiente mañana. Y, como era de esperar, ni el sol más candente evitó la masa congregada para corear a viva voz los poemas cantados de Kutxi Romero. Como anticipo estuvo Poncho K, aunque el plato fuerte sería la poesía de Kutxi. Fue así. Se valío nada más que de su guitarra y su copazo de ron y coca-cola. Directo y sincero, dando de pleno al corazón. Así se dejó arrastrar por la marea que vitoreaba su nombre, mientras le pedían más y más; "otra, otra". Y claro, se pasó de hora. Como tenía que ser, pues el presente pedía más acordes de esas manos que, como siempre, señalaron y homenajearon a quiénes todavía están empezando. Ofreciendo un popurrí tan íntimo como variado. Kutxi, el grande.
Y tocados de ese último acústico se animó la fiesta con MAFALDA. Caras pintadas de payaso se alzaban en protesta, saltos de adrenalina como los que firmó más tarde Desakato. Desenfreno vespertino para aterrizar en el reggae de Morodo. Lo suyo fue una protesta más suave pero igual de clara. Entonó los clásicos, como ese "¿Qué problema tiene usted con la yerba de rey?", para seguir fluyendo y ceder ante los reclamos del público. No podía irse de allí sin cantar 'Babilonia'. Y, escuchando a los suyos, lo hizo.
En la línea de la calma seguiría Muchachito, guardando ese pegadizo "Ojalá no te hubiera conocido nunca" para el final del concierto. Eran muchos los platos fuertes de ese jueves, pero sin duda, el grupo que más seguidores atraía y que hacía que ese fuese el día era 'La Raíz'. Aforo completo. Lleno total. 01:20 de la mañana y nunca se vieron en la madrugada unos ojos tan abiertos. "Quisiera saber por qué estoy
en esta cárcel metido, tratado como un bandido. Que no quiero ser ni soy. ¿Por qué me condena hoy la sociedad corrompida?". Así comenzaban, con la intro de "Entre poetas y presos", para dar lugar a la canción de mismo nombre.
Incendiaron a la gente como una caldera, no se vio en todo el fin de semana un pogo igual. Personas cruzándose con otras, unidas sin conocerse, perdidas al son de la banda. Cómo resistirse a esos temazos tomados como himnos recitados: 'elegiré', 'jilgueros', ' a la sombra de la sierra', 'el lado de los rebeldes' o 'rueda la corona'. Un llamamiento social aún más comprometido en su último disco, un llamamiento correspondido en cada uno de los que allí se dejaron la voz desgarrando cada uno de sus versos. 'La Raíz', trovadores del nuevo siglo que se marcharon dejando el mejor legado. Tras su fuego, "Lendakaris Muertos" y "Zoo" se encargaron de reavivar las cenizas. Y así terminó la juerga. Un festival que apostó fuerte y triunfó, vendiendo aún más que en la edición anterior. ¿Qué queda? Verse el año que viene, el rock espera.
