En todos los deportes y todos los países hay iconos. Estos iconos suelen ser deportistas de éxito en activo o retirados. En la natación también, y a todos se nos vendrá a la mente el ejemplo más claro: Michael Phelps, pero hay otros, y los que vendrán.

Phelps ha hecho por la natación más que nadie en la historia. La ha puesto en el calendario y en las portadas de los periódicos, deportivos o generalistas. Es por ello que los que amamos este deporte nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos. Mi madre no sabe nada sobre natación, pero conoce a Michael Phelps, sabe de dónde es y hasta podría reconocer una foto suya, que no es poco.

Mi madre no sabe nada sobre natación, pero conoce a Michael Phelps

La labor -voluntaria o involuntaria- de un icono deportivo es aportar visibilidad, y en España, por desgracia, la natación carece de ella. Al menos carece a nivel institucional y social, porque nadadores hay, y muchos, pero los obstáculos por falta de apoyo a este deporte son muchos y en lugar de reducirse no paran de aumentar. Por ello en este país necesitamos -puede que más que nunca- una figura a la que seguir y a la que invocar, un nombre que venga a la cabeza de los profanos en esto nada más oír la palabra “natación”. Ese nombre puede ser Mireia Belmonte.

En mi opinión, Mireia va camino de convertirse en la mejor nadadora de la historia de España, si no lo es ya. Tiene 21 años y muchos kilómetros por delante. Su trabajo le ha llevado al éxito y puede llevarle aún más alto. Pero por cada paso delante de Mireia los españoles también daremos uno o dos, no sólo porque dejaremos de pasear nuestros complejos por el mundo –algo que afortunadamente ocurre cada vez menos- sino por los beneficios prácticos que el éxito de nuestro icono supone para la natación, beneficios inmediatos.

Para una persona tan poco sospechosa de chovinismo como yo, el éxito de Mireia Belmonte se puede resumir en más atención social e institucional para la natación, lo que a efectos prácticos supone mejores y más baratas instalaciones, mejor financiación para nuestros clubes y más confianza a la hora de trabajar. Igual peco de optimista, pero creo que algo en la natación estadounidense –que ya tenía un nivel estratosférico- ha mejorado después del paso de Michael Phelps, ¿por qué no puede ocurrir lo mismo en España?

Mireia Belmonte es nuestro icono. Su éxito es el nuestro

Por citar el caso que conozco, os hablaré de Sevilla. En esta ciudad hay tres piscinas municipales –dos de ellas de 50m- esperando una reforma para poder volver a funcionar, una de ellas abandonadas. Además, el decano de la natación hispalense, el Club Natación Sevilla, ha sido clausurado por problemas económicos, por deudas que no suponen un obstáculo insalvable, pero que son insostenibles si no se puede acceder a una adecuada financiación. Mientras esto ocurre, el Ayuntamiento cumple con su promesa electoral que poner césped artificial en todos los campos de fútbol, algo absolutamente innecesario. La cosa cambiaría si se tuviera una percepción de la natación como un deporte de masas.

Por estos motivos creo que necesitamos un icono y que ese icono es Mireia Belmonte. Su éxito será el nuestro, incluso de los que no pensamos en clave nacional, incluso de los egoístas que sólo piensan en su beneficio inmediato. Mireia es visibilidad, y esto significa niños que quieren ser como ella, que quieren imitarle. No quiero pecar de desagradecido con el resto de nadadores españoles, que son muy buenos, pero la etiqueta de icono sólo puede recaer sobre ella, ni siquiera sobre Rafa Muñoz.

Nunca un español ha conseguido más de un oro en un Mundial de natación. Mireia tiene la oportunidad en Barcelona, en nuestro Mundial. Lo logre o no al menos ya ha conseguido un hito que le coloca a la altura de Phelps, Rafa Nadal o Alberto Contador: mi madre sería capaz de reconocerla si se la cruza por la calle. Algo es algo.