A diferencia de los Juegos Olímpicos de las últimas décadas, los que siguieron y seguirán a los de Pekín tienen como uno de sus objetivos el ahorro económico. Los celebrados en China fueron los últimos Juegos en los que se invirtieron millones en obras faraónicas para construir instalaciones con poca utilidad tras la finalización de la gran cita, estando algunas de ellas abandonadas en la actualidad.

Lejos queda el recuerdo de la ruina económica a la que contribuyeron los Juegos de Atenas. Ya en Londres el Centro Acuático se levantó con la intención de aprovecharlo como piscina municipal, al igual que en Río de Janeiro y los de 2020 en Tokio, donde directamente no se construirá nuevo, sino que se aprovechará uno existente.

El Centro Acuático Internacional de natación Tokyo Tatsumi -Tokyo Tatsumi International Swimming Center- acogerá la competición de natación, uno de los pilares del olimpismo. Ya está construido, aunque necesitará una remodelación y ampliación desde los escasos 3.000 asientos con los que cuenta ahora hasta los 20.000 que se pretende que tenga. Ya cuenta con varias piscinas y torre de saltos, por lo que la inversión de reducirá casi exclusivamente a la ampliación de aforo.

El Tatsumi se encuentra rodeado completamente por el agua y el parque urbano Chiyoda, de varias hectáreas, muy cerca de la bahía de Tokio. Su integración en el paisaje de la capital japonesa es total y los territorios anexos son los suficientemente amplios como para acoger a todos los asistentes en las horas previas a la competición, algo que sin duda agradecerán.

En esta piscina estarán puestas algunas de las esperanzas japonesas de medalla en 2020, sobre todo en dos de sus nadadores jóvenes más prometedores: Kosuke Hagino y Daiya Seto, así como su siempre competitivo equipo de natación sincronizada.

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Sobre el autor
Edu Álvarez
Periodismo especialista en natación. Actualmente escribo para Vavel y para beticismo.net