Desde antes del Mundial de Barcelona ya transmitía Federica Pellegrini señales de volver a ser la que un día fue, allá por 2009, cuando consiguió sus dos récords del mundo en piscina larga. Entrenando de nuevo en Francia, sus marcas mejoraron sustancialmente.

Aún muy verde en su preparación, pasó discretamente por el Mundial, prometiéndose a sí misma continuar escalando posiciones en los próximos meses. Misión cumplida: en el Campeonato continental en piscina corta se vuelve a proclamar reina de Europa en el en su prueba favorita, los 200m libres.

No dominó desde el inicio la transalpina, siguiendo su clásica estrategia de nadar en negativo –ir de menos a más- y dar el zarpazo en los últimos cincuenta metros. A la perfección le funcionó su plan, y es que dicen que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”, y Federica sabe más que nadie, de ahí que tomara la estratégica decisión de renunciar en la mañana a los 200m espalda para ir al cien por cien a los libres.

Popova intentó poner tierra de por medio en los primeros cien metros, nadando por debajo del récord del mundo. Sin embargo el esfuerzo le pasó factura y tuvo que conformarse con  el bronce, que no es poco en una final tan competida que incluso Melani Costa sufrió muchísimo. La española finalizó sexta demostrando que su estado de forma dista mucho del que lució durante el Mundial y las primeras etapas de la Copa del Mundo.

Por si fuera poco, la final del Europeo de piscina corta deja para la italiana su mejor tiempo con bañador textil (1:52.80), aún lejos de su propio récord del mundo. Todo se andará, pensará Mafalfina.