La súper final será inédita, sin antecedentes y, sobre todo, con los dos mejores equipos de la NFL como artistas principales. La ofensiva más efectiva de la liga se topará con la defensiva más dominante. Será el séptimo gran juego para la franquicia de Denver, mientras que Seattle disputará el segundo encuentro más importante de su historia.

Seattle Seahawks mejoró la performance de la temporada pasada y maduró rápidamente para ensamblar las piezas sueltas. Así, se convirtió en un equipo altamente competitivo y que supo encontrar una estrategia adecuada en base al potencial de sus mejores jugadores. El joven quarterback Russell Wilson está disputando su segunda temporada en la franquicia y también en la NFL, algo muy distinto al perfil de Peyton Manning en Denver.

En contraposición con la Americana, la final de la Conferencia Nacional midió a dos equipos defensivos y con potencia corredora a la hora de atacar. Sus mariscales de campo, con poca experiencia, tenían una misión complicada, pero fue el de Seattle quien rindió mejor. Seahawks se aferró a las corridas de Lynch y al brazo preciso de Wilson, que manejó el partido con frialdad, a diferencia de Kaepernick, un líder atlético y que jugó con más espíritu que inteligencia. El novato quarterback proveniente de la Universidad de Wisconsin explotó en su segunda temporada en el equipo, combinando juego aéreo y terrestre, con gran habilidad e inteligencia. Wilson se ubicó entre los mejores 10 mariscales de la campaña regular, con buenos números: 3.357 yardas en pases, 26 touchdowns y solo 9 intercepciones.

No obstante, el alma de Seattle está en otro jugador: Marshawn Lynch, uno de los mejores corredores de la NFL, quien sumó 1255 yardas en el año, con 12 touchdowns por tierra, más 36 recepciones y 2 anotaciones por aire. La potencia y habilidad de Lynch generaron expectativas desde su llegada a la franquicia en 2010. Igualmente, hay que remarcar que la aparición de Russell Wilson potenció aún más lo que el corredor venía desarrollando en el ataque.

El perfil estratégico fue vislumbrado desde entonces: perforar las defensas rivales con su corredor y dejarle a Wilson la posibilidad de engañar, optar por pasar, correr o volver a Lynch. Aunque la fortaleza se basaba en el running-back, los ataques de Seahawks comenzaron a ser mixtos, permitiendo que Tate, Baldwin, Miller, Rice, Kearse y hasta el propio Lynch sumen  27 touchdowns aéreos, sobre 41 totales. 

El grueso de la temporada fue el punto alto, consiguiendo 7 triunfos consecutivos, contando tres de visitante, en Arizona, St. Louis y Atlanta. A esta altura, el equipo había saltado de la etapa de la madurez a la adultez absoluta. La defensiva se consolidó como la mejor de la NFL, siendo la número uno en permitir pases y la séptima en avances por tierra, sobre los 31 participantes, con Bobby Wagner, Richard Sherman, Earl Thomas, Byron Maxwell y Kam Chancellor formaron la nueva armada invencible, especialista en detener mariscales. En los últimos tazones, las defensivas se impusieron ante ofensivas brillantes y Seattle puede dar el “batacazo”, a pesar del favoritismo de Denver.

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