Es uno de los deportas más estratégicos del mundo, aunque toda planificación no siempre se cumple. Delante hay un rival que intenta contrarrestar el plan contrario y, al igual que otras disciplinas colectivas, los errores y las virtudes individuales pueden cambiar el rumbo de un encuentro. Anoche, en el Monday Night Football de la semana siete, Steelers tuvo tres minutos de gloria y dio vuelta un pleito increíble. Pittsburgh anotó 24 puntos previo a que culmine el segundo período, cuando caía 13-0 ante Houston.

El conjunto visitante aterrizó al estadio “acerero” con firmeza, impidiendo cualquier intento de avance de Ben Roethlisberger y Le'Veon Bell, tanto por aire como por tierra. Así, mientras la defensiva detenía las intensiones de Steelers, Ryan Fitzpatrick conducía prolijamente a Texans, sobre todo con los acarreos de Arian Foster, quien lucía indestructible. En el primer cuarto, Houston marcó el primer touchdown faltando casi 6 minutos, cuando el mariscal de campo se conectó con Alfred Blue. Para colmo, Una captura de J.J. Watt a Roethlisberger parecía oscurecer el futuro inmediato del dueño de casa. Luego, en el segundo período, el inicio sería similar con dos goles de campo de Randy Bullock.

Con esos fields goals, la tendencia se inclinaba a favor de la defensa de Pittsburgh, que ajustó a sus frontales para detener a Foster y reacomodó a los profundos ante los pases de Fitzpatrick. La ofensiva de Big Ben se despertó tras el gol de campo de Shaun Suisham de 44 yardas. En la siguiente serie, el quarterback lanzó un pase magistral de 35 yardas hacia el novato Martavis Bryant, para acercarse 10-13. El reloj indicaba que aún faltaba 1 minuto 27 segundos para el medio tiempo.

Los nervios se encargaron del resto: un balón suelto de Arian Foster, retado por video, fue la jugada clave del partido porque nada sería igual a partir de esta acción. Muchas veces, las estadísticas marcan las tendencias, pero en el campo mandan los jugadores. Asimismo, las acciones determinantes suelen contagiar emociones, ya sean efusivas como depresivas. El momento del partido estuvo en esa jugada. Ya en zona roja, Big Ben le cedió el balón a Antonio Brown, quien le lanzó un pase de 3 yardas a Lance Moore y anotó el touchdown. Ya estaban 17-13 arriba y con un minuto 3 segundos por jugar. Sin embargo, aún faltaba el postre.

El juego del MNF también tuvo errores y aciertos desde los bancos. Es inentendible cómo Houston optó por lanzar cuando el partido le pedía correr. Fitzpatrick fue interceptado en la jugada siguiente y un encuentro entre Roethlisberger y Le’Veon Bell determinó que el entretiempo sería inolvidable para los festejos del público. Fue un terremoto. El derrumbe de la visita parecía una película de terror tejana. Asimismo, Steelers tuvo tres minutos memorables, digno de un equipo que tiene hambre de gloria. Posiblemente, este sea el despertar que se esperaba del multicampeón de la NFL.

El tercer período careció de todo. Evidentemente, ambos estaban destrozados: uno por el despliegue y la entrega, el otro por la estrepitosa caída. Sobre el final, Texans anotó con Foster por el orgullo y para no sentir la fuerza del abismo en la que fue sucumbiendo su defensiva, a excepción de Watt. Los equipos especiales de Steelers se encargaron de no sufrir el cierre porque Houston intentó una patada corta que no prosperó.