Los apocalípticos creen que el football americano desaparecerá en algunas décadas, aunque los fanáticos del deporte número uno de Estados Unidos sostienen que ésta disciplina perdurará hasta la eternidad. Los argumentos son científicos, sociológicos o simplemente surgen con demostraciones de fe. Más allá de las profecías, la NFL está librando una batalla legal por una mega demanda de más de 5.000 exjugadores, quienes denunciaron a la liga profesional por las lesiones sufridas durante sus carreras. A pesar del acuerdo inminente -por el cual la entidad estaría dispuesta a indemnizarlos en mil millones de dólares- el desafío más importante para la supervivencia del football es la protección de los jugadores y la prevención de enfermedades cerebrales; no solo a nivel profesional, sino colegial e infantil.

En este marco, dos jugadores de la NFL decidieron donar sus cerebros para que sean investigados tras sus muertes para el beneficio de futuras investigaciones. Steve Weatherford (32) se desempeña como pateador de New York Giants y es un reconocido filántropo de la sociedad deportiva norteamericana. Sidney Rice (27) decidió retirarse luego de conquistar el Súper Bowl con Seattle Seahawks en 2013, ya que sintió miedo de seguir jugando con tantas conmociones cerebrales. Ambos, dieron el puntapié hacia una cruzada científica que le brindará a los profesionales de la medicina las primeras herramientas para investigar las lesiones traumáticas generadas por los “choques de cabezas”.

En 2011, Dave Duerson –ex defensivo de Jets, Bears y Giants- se suicidó a los 50 años, dejando previamente una nota en la que solicitó que su cerebro fuera donado para investigar la relación entre el juego y las contusiones. La oleada de suicidios que comenzaron en los ’90 preocupó a los especialistas y amantes del football. La mega demanda que estaría por resolverse mediante un acuerdo económico fue el primer gesto de la NFL ante los miles de reclamos. Lamentablemente, tuvieron que tocarles el bolsillo para que el tema sea de real preocupación, no solo para la preservación del deporte, sino por algo más importante: las vidas humanas en juego.

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