El crecimiento de Seattle Seahawks es ejemplar. Toda la NFL desvió sus miradas hacia un equipo modesto y efectivo. Con una defensa de hierro y un ataque mixto y verticalista, Seattle disputó los últimos Súper Bowls, logrando un triunfo inolvidable en 2014. El as de espadas es su corredor, Marshawn Lynch, y su joven quarterback combina acarreos con lanzamientos. Russell Wilson tiene la elasticidad suficiente para esquivar defensivos cuando su línea es infiltrada porque aprendió rápidamente a leer las defensa rivales. Así, decide correr o lanzar sin titubeos. Sin embargo, todos recordarán hasta la eternidad la última jugada controversial ante Patriots en el Tazón de 2015, ordenada por Peter Carroll. Para esta campaña no estará Dan Quinn en la defensiva y Cary Williams llegó para reemplazar a Byron Maxwell. En el ataque perdieron a Max Unger (Saints) y a James Carpenter (Jets) en la línea, pero trajeron un jugador formidable: Jimmy Graham (TE, Saints).

Luego de cuatro años, Arizona Cardinals regresó a postemporada para desplazar a San Francisco. Sin demasiado estruendo, Cardinals construyó una defensiva respetable y, a partir de allí, se animó a pelearle a los grandes con agresividad. El trabajo de Bruce Arians ha sido la clave, ya que supo exprimir a un plantel abatido y aprovechar el jugo que necesitaba para despertar a la ofensiva. El ataque cuenta con un grupo de excelentes receptores y Carson Palmer se siente a gusto con tantas opciones. No obstante, el juego terrestre es la cuenta pendiente del equipo y por ello han drafteado a David Johnson (RB) y a C.J. Humphries (OT). Además, para protección del veterano Palmer incorporaron a Mike Iupati (G, 49ers), quien también sabe abrir rutas para generar acarreos. La defensiva sufre la ida de su coordinador Todd Bowles a Jets y además dejó ir en la agencia libre a Dan Williams y Antonio Cromartie. Para contrarrestar las bajas, sumaron a San Weatherspoon (LB, Falcons) y a LaMarr Woodley (OLB, Steelers).

Otro caso de loquero es San Francisco 49ers. porque fue una decepción en 2014. Quedó afuera de la postemporada luego de tres años prácticamente ejemplares. Es cierto que cometieron errores, pero crecieron tan rápido como cayeron, desperdiciando talento, energía y elementos contundentes. Su plantilla se alimentó durante la estadía de Jim Harbaugh y la cortina de hierro compitió con la de Seattle a la par. Ahora, la columna vertebral se desvió, la indisciplina se apoderó de algunos hombres y el mariscal de campo, Colin Kaepernick, no da garantías ni seguridades cuando debe pasar el balón. Así y todo, 49ers. reclutó a Reggie Bush (RB, Lions) y a Torrey Smith (WR, Ravens) con la idea de respaldar al ciclotímico quarterback. Los movimientos en la agencia libre fueron lapidarios por los retiros de Justin Smith, Patrick Willis, Chris Borland y Anthony Davis. Además, se marcharon Mike Iupati (Cardinals) y Frank Gore (Colts). No obstante, el refuerzo más esperado vino desde la enfermería, con la recuperación de NaVorro Bowman. También priorizó componentes defensivos en el draft, con la elección de Arik Armstead (DT), Jaquiski Tartt (SS) y Eli Harold (OLB). Son demasiadas incógnitas sin respuestas para otro año complicado.

En tanto, Saint Louis Rams jamás se recuperó tras la “era Warner”. Su ausencia en playoff ya abarca una década y la feroz competencia en la división lo margina del alto nivel. Solo la defensiva está a la par de la división, ya que los cuatro integrantes poseen estructuras vigorosas. El problema está en el ataque y para empezar a solucionarlo se desprendieron de Sam Bradford. El trato incluyó la llegada de Nick Foles desde Eagles, un quarterback talentoso, aunque débil físicamente. La herencia de Kurt Warner silenció las jugadas de carreras y como el cambio debe ser total, Rams eligió a Todd Gurley, uno de los mejores runningbacks universitarios actuales, y a varios linieros ofensivos en el draft. También logró desprenderse de Zac Stacy (RB, Jets). Por último, la defensiva contrató al temible Nick Fairley (DT, Lions) para asustar a los rivales de turno.