Hacia fines de los 80’, la AFC tendría a Denver Broncos como el equipo dominante de la conferencia, pero no pudo consagrarse en los tres Súper Bowls que disputó entre 1987 y 1990. Tras caer ante New York Giants en Pasadena, la temporada 1987 comenzaría de igual forma que la anterior, con diez triunfos, solo cuatro derrotas y un empate, lo que llevó al equipo a jugar nuevamente los playoffs, con el título divisional incluido.

El primer rival en la postemporada fueron los Houston Oilers, quienes fueron vapuleados por el equipo de John Elway –MVP de la campaña regular- con el marcador 34-10. La final de la AFC sería ante Cleveland Browns, pero el trámite resultó bastante complicado, a pesar de un gran comienzo. Earnest Byner pasó a la historia por un fumble decisivo para que Denver deje de sufrir, cuando Cleveland estaba a cinco puntos de dar vuelta la historia.

El sueño renovado de jugar otro Super Bowl -el tercero disputado hasta ese momento- se alcanzó con una base sólida, con entrenadores inteligentes y jugadores emblemáticos. Sin embargo, el poderío de Washington Redskins fue demasiado y –nuevamente- el trofeo quedó en manos de un representante de la NFC. El Jack Murphy Stadium fue el testigo presencial del contundente 42-10 de los “Pieles Rojas”.

En el primer cuarto, Broncos arrancó con diez puntos arriba, pero el segundo período fue devastador, ya que los conducidos por el MVP Doug Williams lograron 35 unidades gracias a los cinco touchdowns anotados consecutivamente, un récord de postemporada. El quarterback de Redskins lanzó para 340 yardas, con 18 pases completos sobre 29 envíos y fue el primer mariscal de campo afroamericano en alzar un Super Tazón.

El favoritismo de Broncos no pudo ser confirmado nuevamente y deberían esperar casi una década –también jugaron el SB en 1990- para sumar el primer gran trofeo de la NFL.