En Philadelphia todo se reduce a un nombre: Carson Wentz. Este joven fue la incorporación más importante de Eagles de los últimos años en materia de un puesto devastado por la franquicia. Nick Foles, Sam Bradford, Mark Sánchez, Michael Vick y Kevin Kolb no pudieron hacer olvidar a Donovan McNabb, el último gran mariscal de campo con éxito en Philadelphia. El caso de Wentz llama la atención por su desempeño, pero también por el conocimiento que adquirió en pocos meses en el profesionalismo. Cuentan que el ex jugador de North Dakota State se la pasa estudiando vídeos y jugadas en sus horas extra para conocer bien a sus compañeros y rivales.

El trabajo de Wentz fue exitoso desde el primer partido ante Browns, con 278 yardas aéreas y 2 touchdowns, lo que generó que el plantel depositara su confianza inmediatamente. “Él puede ser nuestro líder”, esbozaron muchos de ellos. Se mueve bien dentro de la bolsa de protección, estudia rápido las defensas y lanza como si tuviera un rifle de alta gama, es decir, puede pasar con fuerza y también con precisión.

El entendimiento con Jordan Matthews (15 recepciones), Darren Sproles (10) y Nelson Agholor (11) generó 484 yardas y 4 anotaciones. Para colmo, Sproles se reinventó como una especie de running-recived, mientras Agholor tiene más protagonismo que antes. Por otra parte, el juego terrestre ya es competitivo gracias al aporte de Ryan Mathews (104 yardas), Wendell Smallwood (96) y Kenjor Barner (86). Para no “quemar” a un quarterback novato, lo mejor es armar un ataque equilibrado y con corredores confiables.

Así las cosas, Wentz (cinco touchdowns y ninguna intercepción) potenció una ofensiva que lucía demacrada y también elevó el espíritu del grupo. Esta franquicia estaba acostumbrada a incorporar jugadores estrella, algo que esta temporada cambió rotundamente. Gastar más dinero no refleja los mejores resultados deportivos.

No obstante, el verdadero cambio en Eagles está en la trinchera. La defensiva dejó de hacer papelones y se apuntaló como una de las más duras de la NFL. Es la tercera que menos yardas permite, siendo prácticamente impenetrable por tierra. Haberle cerrado el muro a Pittsburgh es, hasta el momento, una prueba concreta del poder defensivo que diagramó el coordinador Jim Schwartz, sobre todo porque en las primeras semanas los rivales fueron Browns y Bears.

En su división la pelea será aguerrida, pero Philadelphia tiene motivos para pensar en un futuro cercano exitoso. La llegada de Doug Pederson le sumó tranquilidad al equipo y le aportó los principios básicos para no fracasar: primero se defiende, luego se corre y por último se lanza. Aunque Wentz se despertó más rápido de lo esperado.