La relación del candidato republicano con el deporte comenzó en 1983, cuando compró un equipo de football, la disciplina madre de la nación anglosajona. La década del ´80 fue clave para el fortalecimiento del imperio ya que durante la presidencia de Ronald Reagan todo se expandía a pasos agigantados. La NFLNational Football League- rige al fútbol americano profesional y desde los ochentas se consolidó como la primera disciplina norteamericana, desplazando definitivamente al béisbol. La decisión del desconocido empresario de bienes raíces fue una apuesta bastante audaz, aunque tres años más tarde, el desenlace sería escandaloso…

Con la adquisición de New Jersey Generals, el nombre de Donald John Trump apareció en los periódicos 161 veces, mucho más que en los cuatro años anteriores. El ingreso del magnate al mundo deportivo tuvo un ascenso inmediato entre los propietarios de los equipos y escaló hasta ser el máximo referente de la naciente USFL, una liga que prosperó gracias a una huelga de jugadores de la NFL. La United States Football League, donde participaban los Generals de Trump, se creó en 1983 con el objetivo de practicar este deporte durante la primavera, ya que la temporada de la NFL ocupa el calendario invernal. La respuesta del público fue inmediata y muchos estadios se llenaron porque la nueva federación implementó algunas reglas diferentes para atraer a jugadores, entrenadores y patrocinantes.

La USFL tenía como objetivo no rivalizar contra la NFL, pero Trump hizo todo lo contrario. El magnate creía que los equipos de la USFL debían incorporar deportistas de elite para mantener la competitividad y esto llevó a los dueños de la NFL a la trinchera. Donald no reparó en gastos y se animó a “robar” algunos jugadores importantes. La liga primaveral de fútbol americano entró en un círculo vicioso y tendría las horas contadas si los dueños no recuperaban el dinero invertido.

El siguiente paso del excéntrico empresario consistió en impulsar un calendario de invierno para su proyecto. Al mismo tiempo, atacó al monstruo de la NFL acusándola de monopólica y demandándola en 1.700 millones de dólares. La estrategia final se basaba en fusionar ambas ligas, tras vencer en el litigio judicial. El caso terminó en la corte y, aunque ganó el juicio, el argumento del jurado fue que Trump y los demás propietarios “no necesitaban dinero”, por lo tanto, le otorgaron ala USFL ¡un solo dólar! en concepto de daños. Fue el final.

La liga paralela, que duró tres temporadas, desarrolló ideas brillantes y pudo haber sido una competencia interesante, pero sucumbió con el accionar de Trump y compañía. A pesar de todo, el legado de la fallida USFL fue positivo porque la NFL adquirió algunas reglas de aquella, como las conversiones de dos puntos extra luego de anotar un touchdown y las revisiones televisivas de los fallos arbitrales. Además, muchos especialistas creen que la NFL fue más atractiva luego de la desaparición de la USFL de Trump, ya que también adoptó paulatinamente el creciente juego de pases, en una década donde todavía se priorizaba correr con el balón en las manos.

En definitiva, el paso del candidato presidencial por el fútbol americano fue breve, dramático y estruendoso. La USFL quebró, los equipos desaparecieron, muchos jugadores se retiraron y los dueños perdieron millones. Al magnate le permitió darse a conocer en un país que aún no registraba su nombre, al menos hasta ese 29 de julio de 1986, cuando Donald Trump polarizó las tapas de todos los diarios desde los tribunales.

Información de Bleacher Report y Business Insider.