El equipo que, aún en mayo, se vio 3-0 abajo en su serie contra San Jose escribió ayer las últimas palabras de un guión de libro con Drew Doughty, Marian Gaborik y Justin Williams como protagonistas. Cinco partidos hicieron falta a los Kings en 2012 para derrotar a un equipo de la antigua Atlantic Division, Los New Jersey Devils de Brodeur, Kovalchuk y Parise sucumbieron ante la remarcable solidez y efectividad de unos Kings que, con Jeff Carter, Justin Williams, Dustin Brown y Drew Doughty en plena eclosión, empezaron a cimentar la base de un equipo con sabor a dinastía. Y esa ha sido la clave dos años más tarde, un equipo donde muy pocas caras han cambiado, y las que han cambiado han sido para bien, como el traspaso por Marian Gaborik que ha acabado de decantar una balanza que ya muchos daban por inclinada hacia el oeste cuando Boston fue eliminada ante Montreal.

Los Kings salieron al hielo del Staples Center con nada más en la cabeza que lograr la victoria, rápidamente contagiaron de energía al público, y el asedio a la portería franqueada por Lundqvist empezó con la superioridad provocada por una infracción de Rick Nash a los pocos minutos de juego. Durante estos dos minutos se empezaron a ver las primeras redirecciones de pastilla y dureza al atacar rebotes de los Kings que marcarían la línea del resto del partido, con la energía a favor, Justin Williams adelantó a los locales al formarse una montonera frente a Lundqvist tras un peligroso rebote.

Los locales bajaron la intensidad tras el gol y dejó que New York tuviera sus ocasiones, que llegaron con superioridades que no consiguieron convertir. La igualdad en el juego se mantuvo durante el segundo periodo, donde los Kings, con el resultado a favor, parecían querer ganar energía con menos intensidad en campo rival, y la rapidez de los Rangers combinado con habilidad individual les costó la vuelta al marcador, primero fue Kreider tras un magnífico pase de McDonagh en una superioridad, y después, con un hombre menos, Hagelin cedió a Brian Boyle con espacio que levantó una pastilla sobre el guante de Quick, quien no cubría el ángulo correctamente y dejaba el palo largo abierto.

La situación al empezar el tercer periodo no era fácil, Lundqvist estaba jugando un gran partido y los Rangers cuajaron un muy buen segundo tiempo, con lo que Los Angeles necesitaba un extra, un impulso para ahorrarle kilómetros a la Stanley Cup, fue entonces cuando el Staples Center más apretó, y constantemente se retroalimentaban jugadores y aficionados con una intensidad bestial. Si los Kings decidieron hacer un segundo periodo un tanto conservador, desde luego no fue porque no podían jugar dos periodos a máximo esfuerzo, porque todo el hockey restante fue de Los Angeles, aprisionando sistemáticamente a los Rangers en su campo quienes, obligados a realizar despejes ilegales, se verían pronto sin su tiempo muerto y con apenas energía para sacar la pastilla de la zona. El constante de ocasiones encontró su recompensa a los ocho minutos del periodo, cuando Marian Gaborik, muy activo frente a la portería rival, empujó un rebote creado por Drew Doughty en superioridad numérica, a partir de entonces, la cosa no fue a más por la estelar actuación de un Henrik Lundqvist, quien, absolutamente desbordado, era obligado a realizar paradas de todo tipo para mantener a su equipo con vida. Parecía que todas las llegadas de Los Angeles iban con peligro, y en el restante del partido, ambos equipos pudieron resolver a su favor para terminar con un tiempo extra absolutamente trepidante.

Hasta cinco disparos al palo se contabilizaron para ambos equipos, entre ellos el de Ryan McDonagh, con un disparo certero que impactó en el interior del hierro durante una superioridad, incluso Chris Kreider gozó de un uno contra uno que Jonathan Quick pudo detener. Finalmente, un rebote más acabó decantando la eliminatoria, Tyler Toffoli se internó a la zona y disparó raso y duro a puerta, Lundqvist, agotado, lo paró con la guarda derecha pero no consiguió que el rechace fuera hacia las barreras, en cambio, ésta fue directa al stick del americano Alec Martinez, quien anotaría el gol más importante de su joven carrera.

Justin Williams, ganador del Conn Smythe

Justin Williams se llevó dos piezas de acero de la noche, la Stanley Cup y el trofeo Conn Smythe al jugador más valioso de la postemporada. Williams, también conocido como Mr. Game Seven, es un reconocido especialista en decidir séptimos partidos, y ha contribuido con 9 goles y 16 asistencias sólo en los playoffs, a parte es el jugador con más puntos en la serie final.