Elecciones 2015: el efecto Ciudadanos
El logo de Ciudadanos.

España vive una situación de crisis económica desde hace casi 8 años; una crisis que ha exigido reformas, recortes y ajustes a los bolsillos de los ciudadanos. Pero a todo esto hay que sumar una importante crisis de régimen. Los partidos clásicos no solo han decepcionado con sus políticas, llenas de medidas totalmente contrarias a sus promesas electorales pero impuestas desde Bruselas, sino que han roto el contrato con sus votantes. La corrupción sistemática en el PP y localizada en el PSOE, protagonistas en casos como Gürtel, Púnica, EREs, y una larga lista que sigue, ha perjudicado los resultados electorales este último año. Cómo no, la complicidad de altos cargos con personajes involucrados en estas corruptelas como los supuestos SMS de Rajoy a Bárcenas o el ‘Caso Rato’, han sido las principales causas de indignación. Y cómo no, mantener el viejo discurso apoyando las puertas giratorias, defendiendo el bipartidismo y negando cambios tan evidentes como el constitucional han sido los perfectos alicientes para favorecer la aparición de nuevos actores en escena.

Al igual que Podemos, su otro gran rival en la lucha de los nuevos partidos, la aparición de Ciudadanos en el panorama nacional fue en las Elecciones europeas de mayo de 2014. La irrupción de la formación catalana no fue tan brusca como la de Pablo Iglesias; en este caso, solo consiguieron dos eurodiputados (Javier Nart y Juan Carlos Girauta), quedando por detrás de sus actuales tres competidores, además de Izquierda Plural, UPyD, Coalición por Europa y L’Esquerra pel Dret a Decidir. Pero, a diferencia de Podemos, la agrupación naranja no era nada nueva en unos comicios. De hecho, se presentó por primera vez a las elecciones catalanas en 2006, obteniendo seis diputados y convirtiéndose en sexta fuerza política. Visto el éxito, decidieron ampliar sus expectativas al resto del panorama nacional, presentándose fuera de Cataluña, por primera vez, en las municipales de 2007 en sitios muy localizados. Este proyecto siguió avanzando hasta presentarse a las Elecciones generales de 2008. El fracaso fue estrepitoso, y no consiguieron ningún diputado, ni siquiera por Cataluña, su circunscripción fuerte.

Inés Arrimadas y Albert Rivera | Imagen: EFE
Inés Arrimadas y Albert Rivera | Imagen: EFE

Durante los años posteriores, el crecimiento del partido se limitó a Cataluña, donde han aprovechado el discurso independentista y la pobre capacidad de acción del PSC y el Partido Popular. Además, después de las europeas, la expansión por el resto del territorio nacional fue mucho más sencilla. A nivel municipal, Ciudadanos ha absorbido progresivamente a los partidos que solo participan en contados pueblos, además de exmilitantes de PP y PSOE, mayoritariamente. Pero la gran víctima de los ‘naranjitos’ ha sido un partido que ocupaba un espectro político exclusivo para ellos, aunque sin demasiadas aspiraciones de gobernar. La formación de Albert Rivera se ha llevado por delante a Unión Progreso y Democracia, el único del Congreso que se situaba en el centro político. Viendo lo que podía pasar, Rosa Díez intentó llegar a un acuerdo con sus rivales para fusionar ambos partidos y salvar, así, lo que podía ser su fin parlamentario. Claro, durante las negociaciones todavía no existían posibilidades reales de gobernar para Ciudadanos; de hecho, las encuestas no les daban más de un 3%. Finalmente, naranjas y magentas siguieron sus caminos por separado. Seguro que los segundos se lamentan cada día, viendo cómo han evolucionado ambos en los barómetros.

Ciudadanos pasó del 2 al 14% de votos en dos mesesPero no fue hasta marzo de este año cuando las encuestas les situaron en una situación favorable de lucha por llevarse un trozo grande del pastel. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué ahora, casi un año después de las europeas? Por curioso que parezca, el principal motivo se encuentra fácilmente en Podemos. El 1.200.000 votos que obtuvo la lista liderada por Pablo Iglesias eclipsó durante todo el 2014 restante cualquier otro atisbo de revolución que no fuera la suya. Siempre se ha dicho que la gente tiene más posibilidades de consumir un producto con mayor presencia en los medios. Es decir, por poner un ejemplo, es más probable que alguien vaya a comprar a una gran superficie como es Ikea, cuya publicidad bombardea diariamente, a que busque el mismo producto en un comercio local que apenas se puede anunciar en eventos municipales. Lo mismo pasó con Podemos. De golpe y porrazo pasaron a ser tan noticia como PP y PSOE, con la diferencia de que el discurso del nuevo partido sí caló en la sociedad. Propusieron una foto fija de la España actual tan cruel como real, y ahí se ganaron el respaldo que todos los barómetros les otorgaban. Pero claro, como en todas las realidades hay dos vertientes. La positiva para la nueva formación de izquierdas era que se habían hecho con el voto protesta, el de los indignados sin representación en las urnas que, por primera vez, se veían reflejados.

En la otra cara de la moneda están los empresarios. El discurso casi belicista de Podemos, con frases como “el miedo va a cambiar de bando”, o convirtiendo la nueva política en una lucha de “los de arriba contra los de abajo” (la tesis de Errejón), causó gran incertidumbre en las altas esferas comerciales. Y, al fin y al cabo, quien tiene poder también tiene más posibilidades de modificar la realidad a su favor. Es ahí cuando empieza a crecer Ciudadanos. Puede que solo como anécdota, aunque no solo por ello va a dar menos que pensar, pero no deja de ser curioso el hecho de que el presidente del Banco Sabadell reclamara un “Podemos de derechas” al mismo tiempo que estos comenzaban a aparecer en las encuestas. De manera muy minoritaria, pero ahí estaban. Terminaron 2014 como el equipo pequeño de fútbol que solo puede competir con Madrid y Barça en sus mejores sueños. Y, de repente, entre enero y marzo de este año, suben de un mísero 2% a un 14% que les daba de manera arrolladora la cuarta posición en las elecciones. Todo previo a las elecciones andaluzas, donde de verdad dieron un salto cualitativo, colocándose en la cuarta posición pero siendo decisivo a la hora de formar gobierno.

Gráfica de El País sobre el barómetro del CIS de abril 2015
Gráfica de El País sobre el barómetro del CIS de abril 2015

Fue en estos comicios del 22 de marzo cuando Ciudadanos empezó a tomarse en serio en cada en cuesta y cada debate, apareciendo en los medios con la misma normalidad que sus tres competidores. ¿Qué ha pasado entre el 24 de mayo de 2014 y el 22 de marzo de 2015? Es casi un año, tiempo suficiente para llevar a cabo una revolución política (como el caso de Podemos). Sin embargo, los naranjas lo hicieron en solo dos meses. Lo más curioso es que no aparece ninguna noticia relevante sobre ellos durante este tiempo. Las hemerotecas no han sido capaces de mostrar un avance revelador ni en los mensajes del partido, ni en la intención directa de voto, ni en las decenas de encuestas antes del barómetro de Metroscopia del mes de marzo. Le siguió el barómetro del CIS de abril, donde el avance de Albert Rivera y los suyos era bastante considerable. Sin duda, lo que más dolores de cabeza causa al que pretenda interpretar su ascenso es buscar una causa origen. Una chispa que encendiera la mecha que en su día actuó con el PSOE tras la debacle de UCD, o con el PP y la imagen renovada de la derecha encabezada por José María Aznar. O incluso Podemos y el movimiento 15-M, del que se aprovecharon para dar sentido completo a su fundación.

¿La respuesta? No hay nada. Albert Rivera es el mismo líder que se desnudó para dar publicidad a Ciudadanos en 2006. Se podría dar una primera razón esgrimiendo que han sido lo suficientemente inteligentes como para canalizar el voto de centro, descontento con los actuales gobernantes y sus antecesores. Pero sería un análisis demasiado simple, teniendo en cuenta que UPyD estaba antes en la lista de espera. Sin embargo, no sería tan descabellado pensar que se han aprovechado del desgaste progresivo de Podemos. Con el miedo generado por parte de muchos medios de comunicación (entre los que se pueden citar La Razón, ABC, El Mundo…), además del fracaso estrepitoso de Syriza en Grecia, muchos indecisos y moderados se han ido bajando del barco con el paso de los meses. El discurso del miedo y los bolivarianos no hubiera tenido tanta importancia de no aparecer un tercer actor. Alguien que recogiera ese miedo y lo transformara en un discurso renovado del constitucionalismo; políticas moderadas, de no enfrentamiento. Ahí estuvo la inteligencia estratégica de Rivera.

Ciudadanos fue financiado por contratistas militares, según PúblicoEn toda esta ensalada hay que incluir un ingrediente secreto, aunque cada vez menos. La tensión inicial con Podemos, pidiendo (casi exigiendo) ejemplaridad en todas sus actuaciones, así como justificar cada una de sus declaraciones previas a la política por posicionarse a favor o en contra de determinadas posturas. Por el contrario, a Albert Rivera no se le ha preguntado nunca nada más allá de sus propuestas electorales. La única cuestión escamosa fue la que le realizó el Gran Wyoming sobre la Ley de Memoria Histórica, en una intervención del político catalán que ha levantado las más turbias pasiones en sus contrarios. Sin embargo, nunca se ha tocado el tema de la coalición con Libertas para las Elecciones europeas de 2009, el segundo intento de salto nacional tras las anteriores generales. Un partido xenófobo y ultra conservador con el que los naranjas se presentaron de manera conjunta, lo que completa el círculo de sus relaciones con España 2000 en algunas circunscripciones. Esta bola se ve bastamente engordada por una información publicada por el diario Público en el día de ayer, que recoge un informe desvelado por Wikileaks. En él se destapa que contratistas militares estadounidenses financiaron a Ciudadanos para aquellos comicios europeos con el fin de impulsar a un Libertas español, un nuevo partido ultraconservador que luchara a la derecha del PP. De esto tampoco se ha hecho eco nadie más que un medio.

Otro gran problema es situar a Ciudadanos en un espectro ideológico cada vez más complejo y obsoleto. Complejo por la aparición de partidos de la llamada “tercera vía” que recogen políticas de cualquier lado, sin cerrarse las puertas de su marco ideológico. Además, los nuevos políticos no quieren ni oír hablar de izquierdas y derechas. Sin embargo, el acta fundacional de Ciutadans (como se llamó en origen) sí les sitúa en un plano en concreto: el centro-izquierda. Y tiene bastante sentido, pues el discurso de Albert Rivera se ha asemejado mucho más al PSOE que al PP, a pesar de las políticas. Si hablamos de la idea liberal que el partido naranja quiere traducir a un hipotético gobierno, obviamente habría que situarlos en la derecha. Temas como el contrato único les hacen parecerse más a la típica derecha liberal europea que a ningún otro. Sin embargo, en temas sociales recogen ideas que se podrían calificar de progresistas, sobre todo en educación. Además, su discurso en cuanto al cambio constitucional es bastante ambiguo y deja cabida para todo tipo de pensamientos. Las encuestas tampoco son nada clarificadoras: recogen votos de PSOE y PP a partes iguales (algo más de un 25%). De ahí que el espectro esté obsoleto.

Si hay algo que es obligatorio reconocer a Ciudadanos es su constancia y su inteligencia para aprovechar el momento. No es un partido nuevo, aunque esta será la primera vez que den el salto al Congreso de los Diputados. Y si las encuestas aciertan, darán el salto a la lucha por la presidencia en el futuro más inmediato: el presente. Los motivos ya dan un poco igual, pues no hay forma de revertir la situación por muy compleja, escamosa y cuestionable que sea. Y eso también es mérito de Ciudadanos. Conseguir que se llegue a la campaña electoral sin que nadie se pregunte de dónde han salido, puesto que ahora todo sonará a estrategia para las elecciones. Pero es importante conocer la historia, aunque en España se suela pasar de puntillas. Puede que este artículo suene confuso, dando palos de ciego y sin llegar a una conclusión clara sobre el origen del ascenso de Ciudadanos. Sin embargo, ese era el objetivo, pues resulta imposible llegar a otro análisis sobre este tema. Cualquier lector que decida emprender su propia búsqueda, se topará con el mismo enemigo invisible: la nada. Porque, en este caso, no existe un pasado que pueda explicar lo que este presente está preparando para el futuro.

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