Mi héroe es...Cipriano
Foto: encastillalamancha.es

En una ocasión le preguntaron a Stan Lee, creador de Spiderman y el Universo Marvel, que cómo se creaba un nuevo superhéroe y el gran dibujante norteamericano contestó: Crear un superhéroe es fácil, es dejar volar tu creatividad, pensar por qué quiere pelear contra el mal, y qué clase de mal es al que se enfrenta, encontrarle algún rasgo de su personalidad y un poco de su historia. Es encontrar una idea. Y las ideas siempre sobran. Lo que es difícil es que sea buena esa idea, que luego a la gente le vaya a gustar y que te dé placer contar su historia.

Y en el caso que nos ocupa no cabe lugar para la duda respecto a que es un placer contar su historia, pues de la vida de este héroe anónimo se extrae de forma diáfana la razón por la que se quiere enfrentar al mal y a qué clase de mal se enfrenta. Como dice Lee es encontrar una idea, una buena idea, también unos rasgos de personalidad y Cipriano González Sánchez cuyo principal rasgo de personalidad es la bondad, hace tiempo que encontró el sentido de su existencia en una maravillosa idea.

En la Bajada de San Martín, número 6 tiene su domicilio social, la cabina en la que cambia sus ropajes para portar el uniforme de superhéroe, una bata blanca con la que mitiga el hambre y cura almas. Desde hace ya más de cincuenta años Cipriano, presta junto a sus colaboradores un servicio de extrema generosidad  a todas aquellas familias y personas necesitadas que acuden a él. Para la gente Cipriano es el amigo de los pobres, un jubilado de 76 años de Toledo que no quiere que sus iguales pasen el hambre que tuvo que soportar durante la Guerra Civil, pues nacido en el 36 vivió una infancia realmente dura.

Predicaba Jesús, haz caridad y no te preocupes de los demás, y eso es lo que lleva haciendo toda su vida este buen hombre. Y no lo hace por las palabras de Jesús que se reproducen en Mt 10, 42 “ni un solo vaso de agua dado por amor a quien lo necesite quedará sin recompensa”. No, Cipriano no busca recompensas sino evitar innecesarias penurias a familias arrinconadas hacia la nada por la codicia de un sistema nada igualitario.

Con 18 años ingresó en la congregación de Los Carmelitas Descalzos, no por la llamada de la fe, sino por la necesidad de aliviar los apuros de una familia con nueve bocas por alimentar. En el convento de Santa María de Huerta muy pronto Cipriano dejó muestras de su especial sensibilización para con la gente necesitada, su vocación natural. La personalidad de un ser desprendido que le valió para convertirse en el fraile más comprometido y eficaz de la congregación en la citada labor de ayuda al necesitado. De ese primer convento pasó a otro de Toledo en el que las aptitudes de Fray Cipriano para pedir limosna brillaron con luz propia, por lo que asumió voluntariamente el papel de encontrar recursos para los más necesitados, entregándose totalmente a ello tocando puerta a puerta por las casas. Pero Cipriano jamás tuvo vocación sacerdotal, no tenía en mente un proyecto de vida monacal, y era muy duro ver a su familia pasarlo mal. Sus padres le visitaban y les decían que no tenían para comer, por lo que decidió colgar los hábitos y ponerse a trabajar. Además este joven natural de la pequeña localidad de Mensalbas sentía la necesidad de formar una familia a la que transmitir sus sanas inquietudes, su incondicional apoyo a los desprotegidos.

Por ello una vez abandonada la vida monacal y consolidado en un puesto de trabajo en una multinacional mitigó el hambre de su familia, pero sus miras iban mucho más allá. Por ello este samaritano fundó en 1953 la ONG El Socorro de los pobres, parados, inmigrantes, pensionistas, todos encontraron un lugar de salvación mensual en casa de Cipriano, que en aquellos rostros afilados encontró puntos de coincidencia con los sonoros vacíos que su estómago le enviaba como mensaje durante la posguerra, pero también una diferencia fundamental. Para este colaborador sin fronteras resultaba incomprensible el hambre que llamaba con ojos desesperados a su puerta, pues como muy bien expone en los años de posguerra que le tocó vivir estaba todo deshecho, no había nada, en cambio en la actualidad siente enorme desazón y tristeza al comprobar que la escasez es fruto de la codicia, provocada por una flagrante falta de entendimiento en las relaciones humanas, por la avaricia del que más tiene y más quiere. En cierto modo Cipriano se sentía decepcionado por el ser humano, pues el progreso y los avances tecnológicos no parecen haber sido acompañados por un progreso interior y espiritual que garantice los recursos humanos básicos en todo el planeta.

Afortunadamente siempre hay gente maravillosa dispuesta a cubrir desinteresadamente las necesidades básicas de los más desfavorecidos, gente como la que colabora junto a él, anónimos que donan kilos de alimentos y organizaciones que aún no le han dado la espalda. Cada treinta días el milagro se produce en la histórica Toledo, el valor de la solidaridad, el peso de un milagro de 5.000 kilos de alimentos. El del ‘mesías’ de Toledo es el ejemplo de ser humano con rango de Institución divina, pues Cipriano como tantos vecinos anónimos, ha dado un paso adelante, asumiendo responsabilidades y competencias correspondientes al Estado.

Cipriano no dudó en robarse tiempo tanto a él como a su familia, para facilitar la vida de la gente necesitada. Su cercanía, sencillez y humildad, son sus súper poderes, si fuera niño no dudaría en escoger a Cipriano como superhéroe favorito, pues no me cabe la menor duda que tomando su idea como referencia me convertiría en mejor persona. Este hombre bueno y sabio, es uno de aquellos que desinteresadamente nos muestran el camino, un camino repleto de obstáculos en el que los necesitados gracias a gente como él pueden tomarse un respiro y ser un pelín felices.

Como dice Cipriano: Dar de comer al que no tiene, es la cosa más bonita que el ser humano puede hacer". “Es complicado enviar un mensaje de esperanza porque el dinero es el mayor enemigo”. Pero si un jubilado que cobra una pensión de 800 euros ha conseguido este milagro sin recibir un solo euro, no existe mayor mensaje de esperanza, pues sobran misivas cuando brilla un grito tan desesperado y potente como el dado por Cipriano, que en la Bajada de San Martín nº6 quiso transmitir a su familia la forma más maravillosa de involucrarse y relacionarse con sus iguales, aquellos que siempre formaron parte de su familia.

En su ONG El Socorro de los pobres nos aguarda con las sacas vacías, a la espera de que el milagro de la solidaridad las llene no solo de esperanza, sino de recursos con los que salir adelante. Vivimos tiempos en los que existen personas que siente vergüenza por integrar las desesperadas colas del hambre, pero son otras personas las que deberían sentirse avergonzados por no haber sido capaces de generar el mínimo estado de bienestar exigible, como para garantizar a estas familias los derechos fundamentales. Resulta tremendamente inquietante el hecho de comprobar como los Gobiernos recortan  y bajan la guardia en materia de derechos sociales mientras ocultan derroches y dispendios cometidos bajo cuerda. Por ello, por esa dejación de funciones del Estado se ha hecho absolutamente necesaria la existencia de personas como Cipriano, al que admiro y pongo ejemplo como denuncia de esta penosa situación.

No nos dejemos engañar, aunque quieran hacernos ver que comer es un privilegio, que debemos poner el 100% de nuestros sentidos en la importancia de la productividad, avanzamos imparablemente hacia el modelo granja del que habló George Orwell.  En lo que cabe, los seres humanos quieren ser buenos, pero no demasiado buenos, ni todo el tiempo, por ello el hecho de encontrar a un hombre bueno que quiere serlo todo el tiempo sin ningún tipo de condicionantes, basta y sobra para convertirlo en héroe y referencia personal.

No lo olviden: Cipriano González Sánchez/ONG Socorro de los pobres

Bajada de San Martín 6 Tel. 925.22.10.27 TOLEDO - 45002

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