La ciudad perdida
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El origen de todo en mi opinión, viene de cuando se empieza a pensar en la ciudad en términos económicos, (que ocurre en casi todos los sistemas desde el XIX), y pasa a segundo plano su carácter político, entiéndase, como aglomeración de personas que se agrupan para elegir un sistema de gobierno acorde con sus intereses, y contando siempre con su opinión.  La ciudad viva, la ciudad de los foros, de las reuniones para intercambiar opiniones, dio paso a una ciudad totalmente de paso, una ciudad económica e individualizada, dónde lo menos importante es la comunidad, y lo más importante el individuo. La ciudad, el lugar donde pasan realmente las cosas, cedió su importancia a otras instituciones que aglutinan más espacio, que se encuentran con sede en alguna ciudad pero que no responden por ella, como son el Estado, la nación.

La ciudad dejó de ser lo primero, para convertirse en una vía más de comunicación para el gran capital, se llenó de autopistas y grandes bloques de pisos, y el ciudadano empezó a sentirse sólo con millones de habitantes. Los bulevares ahogaron el calor humano, y la vida privada seguía siendo privada porque no le interesaba a nadie que pasara por tu lado. El paseo, se hizo solitario, y el café, se alejaba de la tertulia, para ser un tránsito de la tarde. Las opiniones no entraban en debate, y con el tiempo, sólo la televisión y el fútbol, unía a las familias.

Nos convertimos en la ciudad que somos, la de no te metas con el que está tirado en la calle aunque te horrorice que eso pase, en la de llama a una ambulancia si ves caerse a alguien en vez de socorrerlo tú, en la ciudad del ciudadano miedoso, del ciudadano sin alma, del ciudadano no humano, del ciudadano número y producto.

La ciudad dejó de tener representantes que realmente se interesaran por la misma, ahora representaban a siglas mayores y respondían a mandatos del partido. El territorio a administrar hacía imposible el contacto con el ciudadano en las grandes ciudades y en la mayoría de las ciudades, el propio ciudadano ignoraba la política que seguía aquel que le representaba, votando sólo a siglas, y no a personas... el sistema de representación iba fallando, la democracia dejaba de ser tal.
La vida de los pueblos más pequeños era quizás la que más pura permanecía, pero estos pueblos se iban convirtiendo a su vez en ciudades. Quedaba la vida de "barrio" y la solidaridad entre los más marginados del sistema, pero se iba apagando a medida que llegaba el siglo XXI.

Las Constituciones y las leyes se hacían a la medida del capitalismo, y aunque reconocían el derecho de reunión o asociación, negaban la reunión de más de 15 personas en un  mismo lugar por el miedo a alterar el orden público si antes no era comunicada a las instituciones. El hombre había perdido su libertad ciudadana, la ciudad quedaba por lo tanto atomizada.

Llegaron internet y las redes sociales, y la falsa libertad. Ahora el hombre desde su casa, desde la más absoluta soledad, se sentía integrado, partícipe del sistema, libre, cuando realmente lo que hacía era hacerse más esclavo. Aún así, fruto de la gran crisis, fue internet un sistema propicio para convocar a la reunión, e intentar volver a tomar la ciudad. Fueron los intentos de que el ciudadano tomara los espacios públicos como espacios de encuentro, las acampadas en las plazas, el intercambio de opiniones, fue el experimento del 15 M en España, al que el sistema capitalista acabó destrozando a las primeras de cambio con una técnica sutil y fácil, pedirle soluciones inmediatas a los problemas, en vez de dejar realmente que fueran lo que eran, puntos de encuentros y debates entre ciudadanos, de donde nace sin duda la verdadera democracia en su término más ajustado. Se hizo evidente con el desalojo que eso es lo que quieren evitar a toda costa, la concentración, el intercambio directo de opiniones, no interesa que el ciudadano deje de ser un producto y vuelva a ser un humano.
Pero a los ciudadanos,  los que a veces en el sueño de borreguismo perpetuo al que nos han condenado somos capaces de bostezar y abrir un ojo, es lo único que nos queda. Recuperar la importancia de la ciudad, y reponerla como ente social primero, responsabilidad y protección de los ciudadanos, por encima de la economía. Cuando recuperemos eso, recuperaremos todo lo demás... al menos es mi opinión

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