Va sobrado. Rafael Nadal vuelve a resucitar cual ave fénix desde las cenizas en las que muchos lo habían convertido tras la temprana eliminación en la pasada edición de Wimbledon. Tras volver a demostrar que ni hay ni ha habido nadie tan grande como él sobre el polvo de arcilla, la temporada parecía tomarse de un preocupante gris, nada más lejos de la realidad.

Nadal tuvo la inteligencia, la paciencia y el juego necesarios para demostrar que todos los que le catalogan únicamente como un especialista se equivocaron, lo hizo tras doblegar (6-4, 3-6, 7-6) al número uno del mundo, Novak Djokovic, en las semifinales y se merendó (6-2, 6-2) al ídolo local Milos Raonic en el encuentro decisivo. El canadiense, al que no se deben restar méritos, no pudo luchar contra una bestia que no posee tan solo la fuerza que lo hizo campeón en 2005 ni la destreza que le sirvió para repetir en 2008, Nadal aúna ahora mucho más en su haber. 

La victoria en Montreal supone la tercera del tenista sobre la pista canadiense en su carrera

Llegó al circuito como un ciclón, destronó a toda una leyenda como Roger Federer y sólo las lesiones pudieron alejarle de un primer puesto del ranking por el que había luchado más que casi cualquier otro. Tras siete meses apartado de las pistas la vuelta de Nadal estaba siendo una grata sorpresa, su juego fluía y los disparos de su raqueta encontraban los ángulos una y otra vez, la temporada llegaba al que todos entienden como su terreno y ahí el manacorí no sólo no defraudó si no que además agrandó su leyenda y conquistó su octava Copa de los Mosqueteros en París. Tras el júbilo llegó lo que nadie presagiaba, Wimbledon daba la espalda a un tenista que ya se ha alzado con el título del torneo disputado en el All England Club en dos ocasiones y Rafa se quedaba fuera de la lucha a las primeras de cambio. 

Si la hierba había sido dura, la temporada en pista rápida se preveía al menos igual de complicada, el estilo de juego del manacorí nunca se había adaptado con tanta facilidad al cemento, Nadal es un jugador mucho más completo que antaño y a sus 27 años su tenis está cargado de argumentos. A un físico descomunal y una moral inquebrantable (características siempre presentes en su figura) le acompañan ahora un juego inteligente y una elección del estilo concreto en el momento oportuno de un carácter ya maduro, Rafa Nadal está de vuelta de todo y los presagios que acompañan a su juego actual no pueden dejar de ser altamente positivos.

Rafael Nadal suma ya veinticinco Masters 1000 en su haber

El ganador de 12 Grand Slams (8 Rolland Garros, 2 Wimbledon, 1 Abierto de Australia y 1 Abierto de E.E.U.U.) suma su octavo título del año (Sao Paulo, Acapulco, Indian Wells, Barcelona, Madrid, Rolland Garros y el ya citado torneo de Montreal), con varios todavía por disputarse, desde 2008 el mallorquín no había conquistado tantos entorchados en un solo curso. Muchos presagiaban que su rotura parcial del ligamento rotuliano y una hoffitis de la rodilla izquierda habían dejado en el recuerdo la mejor versión de un tenista inmenso pero Rafa se niega a creer que lo mejor ya ha pasado, se levanta, se adapta, pelea y gana. Sobre todo gana, 48 victorias y 3 derrotas, ese es el balance del año 2013 para el de Manacor. 

Empuña su arma con una destreza inigualable y de ella emanan golpeos que sólo él es capaz de imaginar, no se rinde cuando vienen mal dadas y jamás dejará de luchar, muchos le consideran el deportista más grande que ha pasado por la historia de nuestro país y lo cierto es que los números avalan tales afirmaciones pero no nos equivoquemos, Rafa no ha dicho la última palabra todavía, La Leyenda continúa viva (y muy activa)

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Sobre el autor
Bruno Pérez Alborés
Madrid y Vigo. Redactor de VAVEL. E-mail de contacto: [email protected]