Era el invitado sorpresa, el chico nuevo, ese a quien enseñar qué era esto de los ocho mejores. Sin embargo Stanislas Wawrinka, curtido en mil batallas y rozando la treintena, no ha especulado con el partido y ha clavado el aguijón en un Tomas Berdych desconocido, al que venció por 6-3, 6-7(0) y 6-3. El suizo ha sido fiel a su estilo, ha jugado con claridad desde el fondo y ha dominado la mayor parte del partido desde un potente y eficaz primer servicio un elegante revés, tan genial como poco habitual en 2013. Pese a tener ciertas lagunas en algunos momentos, especialmente durante el segundo parcial, Wawrinka ha dejado una obra maravillosa en su debut en el torneo.

El primer y el tercer set fueron casi un calco, en el marcador, en las sensaciones y en el tenis desplegado por ambos. El segundo fue un oasis donde se vio, a ratos, una versión cercana a la mejor de Berdych. En los otros dos, Wawrinka fue mejor claramente y se impuso con claridad, pese a solo conseguir un break de diferencia. Arrancó de forma excepcional el suizo, firme y alejado de los nervios previsibles por el debut, mientras Berdych no era capaz de encontrar buenas sensaciones con su servicio o su revés, algo fundamental en el plan de juego del checo.

Así, no tardó en llegar el break que hacía patente la diferencia que se estaba viendo en la pista. Esto reforzó a Wawrinka y llenó de dudas la cabeza de un mal Berdych que, con el paso de los minutos, seguía sin encontrar buenas sensaciones. El segundo set liberó al checo, que mejoró sensiblemente, pero sin llegar a encontrar una mejoría demasiado contundente. Wawrinka sobrevivió durante toda la manga gracias, sobre todo, a su enorme primer servicio. Sin embargo, en el desempate se lanzó al vacío. Lo entregó por 7-0 y dejaba el escenario ideal para Berdych, que sin jugar un gran tenis, tenía el partido donde lo quería.

Pero el tercer set, lejos de cambiar a los tenistas, devolvió el partido a sus inicios. Wawrinka siguió siendo una apisonadora desde el servicio (no lo perdió en todo el partido), y esperó el momento en el que una duda de Berdych le diera la oportunidad de aniquilar a su rival. Y llegó pronto. Berdych, pese a estar sirviendo mejor en este instante del partido, flaqueó desde el fondo de la pista y permitió a Wawrinka coger una ventaja que ya no iba a desperdiciar. El novato tumbaba a Berdych y daba un tremendo bocado al grupo. El checo, tocado y casi hundido.