El calvario de Nadal comenzó un 28 de junio del pasado año. Una vez que durante los meses anteriores de competición había deleitado a los puristas del ámbito tenístico gracias a su garra, su fuerza y su dedicación constante tanto dentro como fuera de la pista, teniendo en cuenta principalmente las grandiosas batallas disputadas en el Open de Australia y de Roland Garros frente a Djokovic, tocaba dar el do de pecho en uno de los torneos que mejores y más gratos recuerdos le habían dado al español durante los últimos años: Wimbledon. Los pronósticos de la gente iban encaminados a que el balear y el serbio reeditaran la final de la pasada temporada en la que 'Nole' se impuso en cuatro mangas, en un año realmente asombroso del balcánico que se convirtió en la auténtica pesadilla del balear.

No obstante, Rafa se había repuesto de las derrotas encajadas frente al de Belgrado en el curso 2011 y le había hincado el diente en diversos campeonatos de la talla de Montecarlo, Roma y de nuevo en Roland Garros, demostrando que es el auténtico dominador de dicho trofeo y de la superficie de tierra batida siempre y cuando las piernas le respondan a las mil maravillas. Ahora tocaba cambiar la arcilla por el verde de la hierba londinense, donde el All England Tennis Club acogía con gran expectación e ilusión el que sin duda iba a ser un verdadero espectáculo gracias a la participación de auténticos maestros de la raqueta como Djokovic, Nadal, Roger Federer, Andy Murray o Juan Martín del Potro. Sin olvidarnos de David Ferrer, quien estaba llevando a cabo una campaña realmente digna de ser enmarcada.

En cuanto a Rafa Nadal, el primer obstáculo que se iba a encontrar en su camino con el objetivo de alcanzar su sexta final en Wimbledon, de las cuales se ha impuesto en dos ocasiones y ha cedido en las otras tres, sería el brasileño Thomaz Bellucci. En un partido poco vistoso pero efectivo por parte del manacorí, sacó literalmente de la pista a su rival y se impuso con relativa comodidad en su estreno en el torneo ante la mirada de millones de espectadores que aguardaban ansiosos el hecho de poder disfrutar otra vez de la mejor versión del por aquel entonces número dos del mundo. Tras un día de descanso, en el que el español aprovechó para ejercitarse de forma intensa y valorar diferentes tácticas de su juego junto a su tío y entrenador Toni Nadal, llegaba el momento de encarar la segunda ronda de la competición frente a un oponente que se encontraba situado en el puesto número 100 del ranking mundial. Se trataba de Lukas Rosol, un jugador que ya se sentía muy afortunado de poder medirse a uno de los mejores deportistas de todos los tiempos y que desató su euforia por completo al batir al tenista balear en cinco apasionantes y vibrantes mangas: 7-6 (9), 4-6, 4-6, 6-2 y 4-6. El potente servicio del checo y las malas sensaciones de Nadal sobre el césped británico hicieron que saltara la primera gran sorpresa del prestigioso y reconocido campeonato.

A partir de este momento, el manacorense se vio condenado al ostracismo y apartado de las pistas durante mucho tiempo con motivo de las graves molestias que padecía en sus maltrechas rodillas. Varios fueron los medios de comunicación que insinuaron en numerosas comparecencias con una más que probable retirada del que sin duda se había ganado con derecho ser nombrado como mejor tenista español de todos los tiempos. Sin embargo, el guerrero no se dio jamás por vencido y siguió peleando a lo largo de siete interminables meses que aún está por dilucidar si fueron más duros para el propio Rafa o para los amantes del tenis, debido a la necesidad que los puristas de este bello deporte sentían cada vez que llegaba un torneo importante de mirar el cuadro y volver a ver el nombre y apellido de una de las leyendas vivas del universo de la raqueta.

Rafa vuelve a ver la luz al final del túnel

Después de superar el infortunio que se había cernido sobre su figura al recaer nuevamente de una de las lesiones con las que ha tenido que lidiar durante toda su trayectoria como profesional, Nadal encaraba el año 2013 con las ganas e ilusión de un novato pero con la experiencia que había conseguido con el transcurso de las temporadas, algo que iba a ser fundamental de cara a evitar posibles recaídas en sus dolidas y desgastadas rótulas. El 6 de febrero del presente curso sería un día muy especial para el balear y sus seres más queridos, incluyendo los miles y miles de fans que tiene repartidos por todo el planeta, debido a que suponía la vuelta a las pistas de uno de los tenistas más queridos y admirados de todo el circuito.

El 6 de febrero del presente curso sería un día muy especial para el balear y sus seres más queridos

Enfrente se encontraba un correoso adversario como Federico Delbonis, quien ya había demostrado sus aptitudes al vestirse de corto y luchar como un gladiador sobre la arcilla. El torneo que iba a acoger el retorno de Rafa a las pistas iba a ser el celebrado en Viña del Mar, donde se repuso de un inicio muy complicado contra el argentino y pudo llevarse el encuentro sin excesivos apuros gracias a un tanteador final de 6-3 y 6-2. El manacorí siguió superando rondas hasta que se cruzó en la final con Horacio Zeballos, el número 72 de la ATP, un contrincante que le derrotó en tres sufridos parciales y que se convertía de este modo en el primer tenista zurdo que se imponía al español en la superficie de tierra batida.

A pesar del batacazo en el partido definitivo del torneo frente a un rival teóricamente inferior, las impresiones que había generado volvían a ser realmente positivas y todo el mundo era plenamente consciente de que no tardaría demasiado en retomar su mejor nivel y estar peleando una vez más junto con los grandes maestros de este deporte. Así fue como el balear se presentó a los campeonatos de Sao Paulo en Brasil y de Acapulco en tierras mexicanas, donde se alzaría con ambos galardones y acabaría devolviendo su típica estampa de darle un buen muerdo a sus conquistas tras superar a rivales de gran entidad y buenos amigos suyos fuera de la pista como es el caso del argentino David Nalbandián, recientemente retirado del circuito profesional, y de sus compatriotas Nico Almagro y David Ferrer. Estos triunfos hacían prever que el rendimiento y la progresión de Nadal iban a ir cada vez a más con el paso de los duelos, si bien es cierto que había que esperar para corroborar su mejoría en torneos aún más duros y exigentes.

Indian Wells, primera prueba de fuego

Tras no haber podido estar presente en el Open de Australia, una cita que se llevó por tercer año consecutivo Novak Djokovic al superar en la final al escocés Andy Murray, Rafa encaraba la que para él sería la primera gran oportunidad de confirmar las buenas sensaciones que había dejado en las pistas después de apartar los problemas físicos que le estuvieron torturando durante siete largos e interminables meses. Llegaba el compromiso de Indian Wells, el primer Master 1000 de la temporada, una prueba en la que el de Manacor quería liberarse de cualquier tipo de presión y pasarle la patata caliente a sus diversos contrincantes, pese a los incansables esfuerzos de la prensa por otorgarle el derecho de estar entre el listado de favoritos para hacerse con el torneo.

Pero él no quería que los focos recayeran sobre su persona, principalmente debido a que quería permanecer en un segundo plano sobre todo en lo que se refiere al aspecto puramente mediático. Sin duda alguna, Nadal es una de las personas más humildes en este sentido y tan sólo se limita a intervenir en público cuando la situación realmente lo requiere. Todo lo contrario que 'Nole', un personaje cuanto menos enigmático y entrañable que se encarga de hacer las delicias de los aficionados tanto durante la disputa del partido como tras la finalización del mismo.

Aun así, ésta era la ocasión ideal para que el balear demostrara una vez más de lo que es capaz cuando salta a una superficie dura y rocosa como la californiana. Todos los rivales que se fueron cruzando en su camino (Gulbis, Federer y Berdych) cedieron ante la agresividad y el empuje del español, quien contra toda pronóstico se plantaba en la final para medir sus fuerzas contra el argentino Del Potro. Ambos tenistas encandilaron a los presentes en la pista central con una contienda muy tensa e igualada, en la que Rafa hizo gala de su poderío mental para imponerse en tres idílicas mangas (4-6, 6-3 y 6-4).

Ambos tenistas encandilaron a los presentes en la pista central con una contienda muy tensa e igualada

Esta merecida y emocionante victoria permitió al manacorense encaramarse al cuarto lugar de la clasificación mundial, aunque este dato es secundario en comparación con lo que había conseguido al batir a un gladiador como Juan Martín en una de las superficies que mejor se acoplan al juego del tandilense. Tras esto, Rafa Nadal decidió tomarse un merecido descanso después de un mes y medio en el que apenas pudo parar al tener que viajar de un lado a otro del globo terráqueo para vestirse de corto y sentirse cómodo donde realmente le gusta estar: en las pistas. Él y su equipo prescindieron de esta forma del Master 1000 de Miami, una cita que siempre se le ha dado bien al balear al llegar a las rondas finales pero que aún se le resiste en su extraordinario palmarés.

Nadal retoma su legado en la arcilla

El mes de abril arrancaba para el manacorense con la esperanza de lograr su novena corona seguida en uno de los torneos que mejor se le han dado a lo largo de su exitosa carrera: el Master 1000 de Montecarlo. Los puristas del deporte de la raqueta esperaban impacientados que la final de la competición pudiese enfrentar al español con Novak Djokovic, siendo esto posible gracias al dominio y a la superioridad incontestable de ambos contendientes frente a cada uno de los oponentes que se vieron las caras con ellos. Rafa partía como favorito en la que sería la reedición del encuentro del pasado año, donde el balear se impuso con contundencia al serbio y puso fin a una larga racha de enfrentamientos directos sin derrotar al genio de Belgrado. Sin embargo, en esta ocasión iba a ser el balcánico el que se llevase el gato al agua en el choque entre los dos colosos del tenis mundial, puesto que desplegó un juego que rozó la perfección y pudo sacar provecho de los pocos pero cruciales errores que cometió su adversario.

Pese a ello, Nadal se mostró muy satisfecho con su imagen desplegada en tierras monegascas y afrontaba con optimismo los siguientes compromisos que estaban bien marcados en su calendario. Estas buenas sensaciones se fueron confirmando con el desarrollo de las semanas y de los campeonatos, debido principalmente a las claras y revitalizantes victorias que el manacorí obtuvo en ciudades tan destacadas y representativas como Barcelona en el Conde de Godó, Madrid y Roma, sumando en estas dos últimas capitales otros dos Masters 1000 que se unían a sus vitrinas acompañados por el que había obtenido hace apenas 60 días en la pista de Indian Wells.

Aunque el verdadero colofón a su temporada de tierra batida llegaría con el torneo más importante y llamativo del curso en este tipo de superficie: el Grand Slam de Roland Garros. Sin ningún atisbo de duda, el duelo que marcó un antes y un después en el camino que recorrería Rafa durante el resto del año sería la semifinal en la Phillippe Chatrier ante su archienemigo de la última época. Con permiso de Roger Federer, Novak Djokovic había cogido el testigo del helvético en lo que a los enfrentamientos directos contra el de Manacor se refiere. De hecho, mucha gente consideraba que las contiendas entre el español y el serbio superaban en muchos aspectos a las espectaculares batallas que tiempo atrás brindaron a los aficionados tanto el balear como el suizo. Nadal y 'Nole' deleitaron nuevamente a los presentes aquella tarde en el escenario galo, donde el tenista nacional remó contra viento y marea para deshacerse del balcánico tras cinco horas de una confrontación alucinante y apasionante.

Después de la dura batalla frente al de Belgrado, el balear se mediría en la final a uno de los jugadores más en forma en esos momentos del circuito de la ATP: David Ferrer. Grandes amigos fuera de la pista, los dos deberían verse las caras en un enfrentamiento que no iba a dejar indiferente a nadie. No obstante, el alicantino apenas pudo oponer resistencia al manacorense y acabó cediendo en tres sets debido sobre todo a la incontestable superioridad de Rafa a lo largo de toda la contienda (6-3, 6-2 y 6-3). De este modo, el manacorí se alzaba con su octavo cetro en territorio francés y consolidaba una vez más su reinado en la pista parisina al evidenciar que, cuando ofrece su mejor versión, es alguien prácticamente imbatible en este tipo de superficie.

Doctorado en Norteamérica

Una vez superada la euforia tras la conquista de su duodécimo grande, el octavo Roland Garros en concreto, Nadal se desplazaría hasta Londres para acudir al torneo más especial y prestigioso de la temporada: Wimbledon. La intención del balear era resarcirse de las malas sensaciones ocasionadas en la edición del curso pasado, donde cayó en segunda ronda en un disputado duelo a cinco mangas contra Lukas Rosol. Sin embargo, se mostraría un tanto apagado y falto de energía en sus piernas y acabaría cediendo en el partido inaugural del campeonato frente a un pletórico Steve Darcis en apenas tres horas de juego. Era la primera vez que el de Manacor quedaba apeado de un Grand Slam en su duelo inicial. Pero por increíble que parezca, este pequeño traspiés terminó por hacer más bien que mal tanto en su estado físico como anímico de cara a afrontar lo que todavía restaba de campaña.

Era la primera vez que el de Manacor quedaba apeado de un Grand Slam en su duelo inicial

El tenista español no volvería a las pistas hasta el mes de agosto, coincidiendo con la celebración del Master 1000 de Montreal. Allí dio señales evidentes de una clara mejoría en su juego en comparación con la imagen dada en el All England Tennis Club, sobre todo en lo que hace alusión en su agresividad en el servicio y a la hora de dominar a su rival en las diferentes facetas y estadísticas del choque. Después de batir a Novak Djokovic en un igualado y precioso enfrentamiento, donde una gran parte de los expertos de este deporte daban como claro favorito al balcánico frente al manacorense, Rafa se citaría en la última contienda del campeonato con uno de los jugadores más prometedores del circuito: Milos Raonic. El de Ontario no pudo oponer resistencia al ciclón que aquella tarde se le avecinó en la superficie canadiense, por lo que el pupilo de Toni Nadal se alzaría con un nuevo trofeo en el presente curso al imponerse por un doble 6-2.

Sin tener tiempo ni para asimilar el triunfo llegaba al Masters de Cincinatti con la moral por las nubes, sobre todo teniendo en cuenta el extraordinario momento que estaba atravesando en su juego en las pistas rápidas norteamericanas. El manacorí pasó por encima de rivales de la entidad de Dimitrov, Roger Federer o Thomas Berdych para presentarse en una nueva final en la que sin duda estaba siendo una de las temporadas más exitosas y meritorias de toda su trayectoria deportiva. Enfrente estaría el ídolo de la parroquia estadounidense, el gigantón John Isner, quien se había deshecho de 'Nole' Djokovic en cuartos y de Juan Martín del Potro en semifinales. Se antojaba un duro y difícil compromiso para ambos contendientes, en el que el poderío mental del balear podría jugar un papel fundamental para decantar la balanza a su favor. Y así fue como Nadal doblegó al de Carolina del Norte en dos apretados sets, conquistando de esta manera su quinto Masters 1000 del año 2013 y regresando al segundo lugar de la ATP.

Aunque el auténtico broche de oro a un curso de ensueño llegaría en la disputa del última grande de la temporada. El Abierto de Estados Unidos, más conocido como US Open, acogía un torneo en el que varios nombres sonaban para alzarse con su cetro. Uno de los que más papeletas tenía para llevarse dicho galardón era Andy Murray, sobre todo destacando su holgado triunfo en la final de Wimbledon ante una de sus bestias negras del circuito: Novak Djokovic. El de Belgrado también disponía de muchas opciones para ganar la corona en Flushing Meadows, además de otros nombres que se barajaban tales como Del Potro o Federer. No obstante, el que se fue haciendo hueco poco a poco y ganándose el respeto y el cariño de los aficionados fue Rafa Nadal. El español fue batiendo a todos los rivales que se interpusieron en su camino, citándose en la última prueba del campeonato con 'Nole', el número uno mundial. Después de una batalla vibrante y apasionada, el de Manacor se deshizo de su oponente por un tanteador definitivo de 6-2, 3-6, 6-4 y 6-1.


Rafael Nadal Vs Novak Djokovic - 2013 US OPEN...

El colofón a un año estratosférico

Gracias a esta merecida a la par que sufrida victoria en Nueva York, el balear obtuvo su decimotercer grande de toda su carrera, su segundo US Open (ambos contra Djokovic) y su décimo título de la temporada. Pero aún quedaba un objetivo pendiente que ni el más optimista se hubiese planteado tras la vuelta del gladiador nacional a las pistas. Se trataba de iniciar la reconquista del primer puesto en el ranking de la ATP, algo que parecía realmente impensable al conocer la amplia ventaja con la que partía al arrancar el curso tenístico el serbio Novak Djokovic. Después de salir victorioso en tierras neoyorquinas, este galardón había dejado de ser un sueño con el transcurso de las semanas para convertirse en una auténtica realidad.

Una vez que llevó a cabo una excelsa participación en el Open de China del presente curso, el cual se celebra en la localidad de Pekín, Rafa tenía más que asegurado recuperar aquello que hace no demasiado tiempo había sido de su propiedad. A pesar de perder el último encuentro del torneo frente a un impresionante 'Nole', el manacorense volvería a reinar en el deporte en general y en el tenis en particular al regresar a lo más alto de la clasificación del circuito. La semana del 7 de octubre se haría oficial que Nadal volvería a tocar el cielo con sus propias manos. El mismísimo Olimpo estaba dispuesto a rendirse ante la figura desplegada por el español a lo largo de este 2013 que está llegando a su fin.

Poco importó la derrota ante Novak en la última final de la campaña. Se trataba de la Copa de Maestros, una prueba que todavía se le sigue resistiendo al balear en sus concurridas vitrinas. Lo más importante era recuperar la confianza, sentirse profesional de nuevo y volver por todo lo alto. Y eso es algo que Rafa ha cumplido con creces durante todo este curso tenístico. Los triunfos logrados en la fase de grupos del torneo londinense contra David Ferrer, Stanislas Wawrinka y Thomas Berdych le aseguraban por completo mantenerse en el número uno del mundo hasta al menos el estreno de la próxima temporada. Además, la primera gran cita de la misma será el Open de Australia, una competición a la que no acudió para fortalecer plenamente sus doloridas rodillas. Por lo que es muy previsible que el héroe de Manacor prosiga en tan privilegiada posición a lo largo de varios meses. Es decir, tenemos Nadal para rato.

Fotos: extradeportes.com // vanguardia.com // Deportes Terra // minuto30.com // northjersey.com