Andy Murray llegó a París con un objetivo bien claro esta temporada. Alcanzar su punto más alto de tenis sobre la tierra batida de Roland Garros. En su debut, sufrió más de lo cuenta ante el kazajo Andrey Golubev, capaz de arrebatarle un parcial al escocés. Este jueves, el número ocho del planeta volvió a demostrar que cuando quiere su nivel sobre arcilla es más que notable, a pesar de no ser ni de lejos su superficie preferida. Se despojó de los nervios en un primer partido de Grand Slam y venció, sin dificultades, al australiano Marinko Matosevic en tres cómodas mangas (6-3, 6-1 y 6-3).

El encuentro no tuvo ningún tipo de historia y desde el primer peloteo se convirtió en un perfecto entrenamiento para Murray de cara a lo que le puede llegar a venir en la segunda semana de competición si vence, en su próximo compromiso, al alemán Philipp Kohlschreiber, verdugo de Denis Istomin (6-3, 7-6 y 6-2).

Tras una temprana rotura, el tenista escocés aprovechó la ocasión de pisar la ovalada pista número uno del recinto francés para asentarse sobre la arcilla que no pudo pisar la temporada pasada. Todavía sin entrenador, Murray apenas tuvo que emplearse en el primer parcial y solamente apretó para salvar cuatro oportunidades de rotura que tuvo en su raqueta Matosevic.  

El guion no cambió para nada en los siguientes parciales. El de Dunblane manejó el encuentro a su entojo probando, incluso, de manera abusada los cambios de altura. Murray, muy sólido con su primer servicio (31/43, 72%), una de las claves de su juego también apareció con solvencia por la red (9/11, 82%). Además, el número ocho del planeta supo presionar el débil segundo servicio de Matosevic forzando hasta 20 oportunidades de rotura. 

Hasta el momento, Murray se ha aclimatado a la tierra batida gala. Ante 'Kohls' llega su primera piedra de toque. No defiende puntos y advierte a sus enemigos: busca su mejor resultado en Roland Garros. El escocés quiere mejorar las semifinales de 2011 y sabe que la fórmula pasa por jugar como en Roma. Tiene margen de mejora y quiere llegar a Wimbledon con un buen sabor de boca.