El pasto de la Pista 1 se preparaba para el duelo que iban a protagonizar Stanislas Wawrinka y Yen-Hsun Lu. A las 14:15 hora local, el número tres del ranking ATP hacía acto de presencia en la pista. Gesto serio y concentrado de Stan, vislumbrando la difícil papeleta que tendría que resolver. Lu tuvo sus opciones, incluso más de las que podría imaginarse al inicio del encuentro, pero no supo aprovecharlas y acabó hincando la rodilla tras dos horas y 48 minutos de batalla (76, 63, 36 y 75).

El inicio en un partido de tenis es muy importante. Esas primeras sensaciones con la pista pueden decantar el primer set de un lado u otro. Empezar de forma arrolladora para marcar terreno con tu rival. Y así salió Wawrinka a pista, serio y entregado a la causa. Pero solo le duró un juego. Tras cuatro servicios inapelables, el suizo entró en una vorágine. En un mar de errores. El de Lausanne no se encontraba ni de derecha ni de revés, y Lu lo aprovechó. A pesar de que el juego del de Taipei no hacía daño a Stan, el número tres mundial no conseguía empalar bien.

Los nervios pudieron con Lu, que no aprovechó sus opciones.

A mediados del primer set, Wawrinka mostró las primeras debilidades al servicio. Inmerso en contínuos errores -hasta 16 en el primer parcial-, sirvió en bandeja dos bolas de rotura a Lu. La primera desapareció en un abrir y cerrar de ojos tras un gran servicio. La segunda parecía que seguiría el mismo camino. Saque perfecto de Stan, resto mordido de Lu y golpe a placer. Pero Stanimal no era aquel jugador que consiguió levantar por primera vez en su carrera un título de Grand Slam -Australia 2014-. Dejó botar al bola, y se excedió en la potencia. Break a favor para Lu y todo de cara para cerrar el primer set. Pero los nervios afloraron en el de Taipei, que entregó su servicio en el siguiente punto.

Con igualdad en el marcador, ambos tenistas llegaban al tiebreak. Y aquí Stan tiró de experiencia para sellar el set. Salvó una bola de set en contra, en parte, gracias al nerviosismo de Lu, que envió un revés a la red. En el siguiente punto Stanimal no falló, y certificó la primera manga. Tras ir todo el parcial por detrás y con sensaciones negativas, Wawrinka se había encontrado con el premio final. Le había bastado con aprovechar los errores de Lu, que fueron menos pero más determinantes.

En la reanudación se vio un nuevo Wawrinka, más incisivo en ataque y menos errático. Salió con muchas más ganas el suizo que en el inicio de partido, y eso le benefició. Se metió dentro de pista para restar y llevar la iniciativa desde el primer golpeo. Derechas profundas y errores de Lu. Revés angulado y error de Lu. Y así fue la tónica del parcial. Dos roturas para el suizo y dos cero arriba en el marcador (76 y 63).

Reacción insuficiente de Lu

Stan dejó muchas dudas en su juego. 40 errores no forzados para el suizo.

Todo parecía encaminado. Sentenciado. Se preveía un partido cerrado por la vía rápida. Pero Lu no quería. No de esta manera. Y saltó del banquillo con las ideas claras. Agresivo, mordedor y envalentonado. Pronto tuvo sus opciones -en el primer juego-, pero el servicio de Wawrinka se resistía. Pero Lu siguió intentándolo, fabricándose cada punto al milímetro. Y obtuvo su recompensa. Volvió el Stan errático, el de los fallos incomprensibles, y perdió su servicio en el tercer juego. El suizo lo recuperó inmediatamente -como ocurriera en el primer set-, pero su recuperación sería pasajera. Error tras error, punto a punto, Wawrinka entregó el tercer parcial (36).

Cabizbajo. Triste. Enfadado. Haciendo aspavientos reiteradamente. Así se marchó Wawrinka al banquillo y así regreso a pista. Parecía ido, superado por la situación. Pero lejos de seguir mirando al pasto, lejos de entregar su espada, levantó la mirada. Visualizó a Lu y dio un pequeño paso al frente. Empezó a dominar, a entonarse con su revés, y Lu empezaba a desaparecer. Las nubes asolaban y el cielo se teñía de negro. Pero las gotas se resistian y la tormenta estaba en pista. El suizo empezó a ajustar sus golpes, a llevar de lado a lado a su rival. Wawrinka puso la directa y con un saque perfecto y una derecha milimétrica a la línea cerró el partido ante un combativo Lu (76, 63, 36 y 75).

Victoria importante para el suizo. No estuvo entonado, falló en exceso -40 errores no forcados-, pero selló la victoria. Los grandes no siempre juegan bien y prácticamente siempre sacan adelante sus encuentros. Y Wawrinka lo es. Ya está en tercera ronda para enfrentarse a Istomin. Dos victorias ara el suizo y una para el uzbeco. Pero Wawrinka tiene en mente esa única derrota. Año 2013 y misma ciudad. Wawrinka tiene ante sí la venganza. Reencontrarse consigo mismo y seguir marcando en verde sus partidos en Wimbledon.