María Sharapova sigue dando pasos de gigante en la búsqueda de ese objetivo que le puede unir a un selecto grupo de tenistas. Martina Navratilova, Steffi Graf y Serena Williams han sido las únicas capaces de enlazar la doble corona Roland Garros – Wimbledon. Este año es la rusa la que tiene esa posibilidad. En segunda ronda ha vuelto a mostrar sus credenciales. La quinta cabeza de serie, como ya hiciera hace dos días, arrolló (6-2 y 6-1) a su rival, Timea Bacsinszky. En la próxima ronda ya le espera Riske, verdugo de Camila Giorgi.

Quizás el momento de mayor sufrimiento para Sharapova fue el inicio de partido. Fría, sin tiempo para adaptarse, no afinó sus golpes y tardó más de la cuenta en cerrar su primer saque tras tres deuces. Poco a poco la realidad se fue imponiendo. Bacsinszky, lastrada por su servicio (apenas metió en pista un 58% de primeros), no podía sostener las embestidas de la rusa, que lanzaba continuamente su derecha desde el fondo de la pista. Esto provocó que la brecha se abriera en el marcador (3-0).

En el cuarto juego la suiza logró apuntarse su único juego al servicio. Sin embargo su juego conservador no hacía ningún daño a Sharapova. Tan solo cuando un exceso de relajación de la rusa cuando servía para cerrar, permitió a Timea recortar la desventaja (5-2). Aprovechando cada segundo servicio de su rival para adentrarse en la pista, María, al resto, cerró el primer acto (6-2).

En el segundo parcial las diferencias se acrecentaron aún más. Tras un comienzo de tanteo (1-1) Sharapova puso la directa. Mantuvo una confianza impresionante con su servicio la de Nyagan, que apenas cedió tres puntos en todo el set. También anduvo bien en la red, donde subió con cierta asiduidad a cerrar los puntos. Estas diferencias se vieron reflejadas en el marcador, donde Sharapova, con cinco juegos consecutivos, acabó el partido (6-2 y 6-1) en poco más de una hora.