Una mala decisión, aunque quizás la mejor para la organización teniendo en cuenta a su jugador cumbre, diferenció dos obras representadas de distinta forma, pero que contuvieron el mismo desenlace. Y es que, a pesar de la clara amenaza de lluvia, y de haberse detenido ya la jornada en una ocasión, el duelo comenzó al aire libre. Algo que sin duda benefició los intereses de Andy Murray. No obstante el tenista local supo llevar las manijas antes y después de una interrupción que se alargó durante más de treinta minutos, superando (6-4, 6-3 y 7-6) a un Kevin Anderson que trató de mantener el pulso durante toda la contienda. El británico, ya en cuartos de final de Wimbledon, se enfrentará a Dimitrov o Mayer.

Antes del parón para techar la pista, Murray mostró su figura de campeón. La de ese tenista, que carente de presión, puede contagiarse del calor de su público para resucitar su tenis. Agresivo y sin cometer apenas errores no forzados (3), puso en aprietos a Anderson desde el inicio (3-1). Sin embargo el africano se negó a bajar los brazos. A pesar de ir siempre a remolque, y de sufrir con cada servicio, obligó al escocés a que mantuviera su buen nivel y ganara todos sus servicios. Este, con un amplio repertorio, no tuvo ninguna dificultad en hacerlo y en cerrar la primera manga (6-4).

La lluvia no hizo aparición hasta el 3-0 de la segunda manga. El británico acrecentó las diferencias en la pista, noqueando todas las opciones de Kevin. El sudafricano, desesperado, acudió en numerosas ocasiones a la red, donde al contrario que su rival, apenas sumó un 56% de acierto (9/16). Todo apuntaba a que el segundo parcial se resolvería de forma rápida, hasta que llegó la pausa. Tras ella Anderson aprovechó las condiciones de una pista más rápida, y el parón de su contrincante, para reducir la ventaja (3-2). Pero de nuevo sus esfuerzos fueron insuficientes. Andy logró asentar de nuevo el partido, y mantener intacto su servicio (ganó el 75% de los puntos), hasta hacerse con el segundo acto al resto (6-3).

El tenis del vigente campeón comenzó a ser algo más inestable, a valerse de destellos que no le permitían concretar la rotura. Y es que Anderson por fin encontraba la complicidad con su servicio (77% de puntos ganados con el primer saque). El partido, más equitativo que nunca, se vio resuelto en el desempate después de que Murray desaprovechara hasta cinco opciones al resto en el octavo juego. En el tie-break, la enorme experiencia del británico, que supo mantener la cabeza fría, se impuso (7-5) a Anderson, que llegó a gozar de bola de set.