Como una tenista consagrada. Como si su carnet de identidad marcase 27 años, la edad ideal en el tenis. Así se plantó Bouchard en la central de Wimbledon, dispuesta a llegar por primera vez a una final de Grand Slam. Solo 20 años en su espalda, pero mucho tenis en su raqueta. Y así lo demostró ante Simona Halep, otra de las grandes tenistas llamadas a marcar una época en el tenis del futuro y, por qué no, del presente. Por un 7-6 y 6-2 la canadiense se llevó la semifinal al bolsillo, la tercera en los tres Grand Slam disputados hasta la fecha en 2014. Llama a la puerta de la historia, y está dispuesta a derribarla.

La primera manga tuvo el desarrollo esperado ante la excelsa calidad de ambas tenistas. Dejando a un lado dos breaks, nada más comenzar, para ambas tenistas, el set fue igualado. Dos de las tenistas con mejor defensa del circuito plantearon un partido a tumba abierta, golpes profundos y movilidad sobre la pista. Halep no conseguía tener un primer servicio sólido, pero lo contrarrestaba con una gran movilidad, como si de una 'hormiga atómica' se tratara. Bouchard cometía algún que otro error no forzado, pero sus 'winners' eran pura belleza tenística en la central británica. Pero fue en el tie break cuando la joven canadiense agarró con fuerza su raqueta para, con una derecha poderosa, adjudicarse cuatro puntos seguidos y ponerse 6-4 arriba. No desaprovechó esa ventaja para llevarse el primer set. Igualadísimo.

Bouchard representa el relevo generacional del tenis femenino

Halep, tenista fría en lo psicológico como nadie, pareció acusar la derrota en la primera manga. Comenzó el segundo set errática, fuera del partido. Bouchard seguía a lo suyo, y tras romper el segundo servicio de Halep en esta manga, el partido fue un torbellino a su favor. La rumana conectaba dobles faltas, errores no forzados. Estaba fuera del partido. Entregada. Bouchard se colocó con 5-1 a favor. La final estaba a la vuelta de la esquina. Pero en el tenis todo cuesta, y necesitó de cinco bolas de partido para llevarse la semifinal. La final era suya.

Bouchard representa el relevo generacional del tenis femenino. Con solo 20 años, ya sabe lo que es disputar una semifinal en Australia, en París y ahora la final en la catedral del tenis: Wimbledon. Su tenis no parece tener techo y el sábado puede escribir la página más dulce para el tenis canadiense. Su madurez asusta por su precocidad. Descaro, movilidad y, sobre todo, buscar siempre el ataque, dentro de la pista, con unas piernas tan poderosas como su revés, siempre tan potente al resto ante Halep. Eugenie ha sembrado gloria en la hierba británica, queda ver si ese árbol permanece perenne en el All England Club.