Se respiraba en Wimbledon la sensación de que podría ser un día grande. El tan esperado día en que Grigor Dimitrov se erigiera en una realidad del tenis actual y dejara de ser considerado una promesa. El búlgaro que tantas veces ha sido comparado con Roger Federer, podía acceder a la final del torneo londinense con la misma edad en que el maestro suizo se hizo con su primer Wimbledon. Pero el tenis, como la vida real, no es un cuento de hadas. Y esta vez Novak Djokovic y el viento, se convirtieron en los ogros de Dimitrov, retardando su coronamiento.

El viento condicionó mucho los dos primeros sets y perjudicó a Dimitrov

Y es que un juego basado en la precisión milimétrica como es el que practica Dimitrov, no resulta compatible con el vendaval que azotó el All England Club, sobre todo durante los primeros tres sets del encuentro. Con 2-2 en la primera manga y midiendo sus fuerzas aún, Grigor acumuló cuatro errores infantiles para ceder su saque, regalo que no desaprovecharía Djokovic para hacerse con el primer set en medio de una atmósfera fría y de cierta decepción, ante el partido plagado de errores y resbalones inoportunos en un fondo de pista carente de toda brizna verde de hierba, y que se erigió en una pista de patinaje durante todo el encuentro.

Djokovic se limitaba a esperar el fallo del rival.

Al búlgaro se le veía nervioso. En los compases iniciales del segundo set volvió a perder el saque. Cuando parecía que el encuentro se encaminaba a un paseo militar de Djokovic, Grigor modificó su estrategia. En un ejercicio de autocrítica y madurez mental, Dimitrov abandonó su estilo de juego innato basado en atacar cada bola con muy poco margen de error, para comenzar a cortas muchas pelotas de revés y jugar derechas profundas pero a velocidad media y sin buscar nada más que mantener el peloteo. Esto desconcertó a un Djokovic que no supo reaccionar a este cambio táctico, y que comenzó a acumular errores no forzados. El resultado fueron cinco juegos consecutivos para el búlgaro, que se hizo con el segundo parcial por 6-3, apoyándose también en 11 subidas a la red, de las cuales ganó todas.

Debilidad mental de Dimitrov en momentos culmen

Ni una bola de break en el 3º set.

Un set para cada uno y partido nuevo. Con la confianza que le dio la remontada en la segunda manga, Dimitrov comenzó a carburar y a ofrecer dosis de ese excelso juego, basado en frenética movilidad y talento a raudales en la red. Djokovic seguía sin buscar nada con sus golpes. Un dato muy curioso y representativo de lo que era el partido, es que en las dos primeras mangas no se pidió ni un solo ojo de halcón; la razón es que Djokovic jugaba con mucho margen y apenas fallaba bolas, mientras que Dimitrov fallaba por mucho. El tercer parcial se caracterizó por el dominio del servicio. Ambos jugadores se pusieron serios al servicio, y no concedieron ni una sola bola de rotura. El set se encaminó indefectiblemente al tiebreak, donde Dimitrov se paró de piernas incomprensiblemente, y eligió mal en prácticamente todos los puntos del mismo. Tras haber mantenido la tensión durante 45 minutos, el búlgaro dejó escapar el set en apenas 7 que duró la muerte súbita.

Gran nivel de tenis en el cuarto set

Djokovic demostró que puede ganar sin jugar bien

Esto pasó factura mentalmente al de Haskovo, que cuajó un juego realmente pésimo, con 3 dobles faltas incluidas, para ceder su saque. El partido parecía decidido, pero Djokovic se empeñó en dejar que volviera al mismo el búlgaro. Con 2-1 para el serbio y saque, Dimitrov aprovechó las dudas de Djokovic y volvió a igualar el encuentro. Fue a partir de este momento cuando se vio el mejor nivel de tenis. En un cuarto set para recordar, ambos jugadores desplegaron todas sus armas. Djokovic comenzó a tirar más paralelos, mientras que Dimitrov asombrada con sus flexibles defensas, subidas a la red y golpes dominantes de fondo de pista.

Viendo el partido, y leyendo esta crónica, pueda dar la sensación de que solo jugaba Dimitrov. Y es que en ciertos pasajes del partido dicha sensación fue real. El serbio se limitaba a esperar el fallo del rival y contestar lo que éste proponía. Sin embargo, recurriendo a las estadísticas Djokovic suma 45 golpes ganadores, solo tres menos que Dimitrov, y 26 errores no forzados, 7 menos que el búlgaro. Esto da una idea de la grandeza de este jugador, que es capaz de vencer a un rival tan fuerte como el de Haskovo sin desplegar todo su potencial y a pesar de estar inseguro con sus golpes. 

El momento culmen del encuentro se vivió en el tiebreak del cuarto set, donde Dimitrov gozó de 3 bolas para llevar el partido al quinto. Es aquí donde se percibió la diferencia entre uno de los mejores de la historia, y aún hoy por hoy, un gran jugador pero sin el aura de grandeza que ostenta Djokovic. Los nervios acudieron al búlgaro, al que le tembló mano y dejó escapar todas las bolas, y posteriormente el encuentro. 9-7 en el tiebreak para un coloso de las pistas capaz de ganar unas semifinales de Wimbledon aún sin jugar del todo bien.

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Sobre el autor
Diego Jiménez Rubio
Fui Coordinador General de Más Deportes y Viajes, y miembro del Consejo de Dirección de VAVEL España. Me encanta comunicar mi pasión por el turismo y el deporte, y hacerlo con responsabilidad y profesionalidad.