El All England Club echa el telón a la enésima edición de Wimbledon. El torneo más prestigioso del circuito cerró sus puertas y ya se prepara para el próximo año. Atrás quedan Novak Djokovic y Petra Kvitova, los únicos que consiguieron salir victoriosos del pasto londinense. Los dos tenistas que lograron escribir sus nombres en el célebre muro de los campeones. Dos jugadores tocados por una varita que guardan una relación curiosa.

Djokovic y Kvitova van a empezar a quererse cada día más. Y es que desde el año 2011 sus caminos en Wimbledon van de la mano. Empiezan prácticamente a la vez la andadura sobre el pasto londinense y cierran el torneo el último día de competición -la final femenina se disputa el sábado-.

El pasado 2 de julio de 2011, Petra Kvitova consiguió levantar su primer título de Grand Slam. La checa aplastó en la final a Maria Sharapova (6-3 y 6-4), una de las máximas favoritas al título. Un día después, en el mismo escenario y a la misma hora, Novak Djokovic saltaba a la Pista Central del All England Club para disputar la final ante Rafael Nadal. Y como ocurriera con la checa, el serbio logró salir victorioso del duelo (6-4, 6-1, 1-6 y 6-3) y sumó por primera vez en su carrera este prestigioso trofeo a su palmarés.

Paradójicamente, sus caminos se han vuelto a unir en esta edición de Wimbledon. Tres años después de sendas victorias, tanto Kvitova como Djokovic han vuelto a reinar en la capital del tenis. Y es que si la checa sale victoriosa del verde de Londres, el serbio hace lo mismo. Dos gladiadores que, a partir de ahora, se van a llevar mucho mejor.

La eclosión de los jóvenes

Pero este Wimbledon no será recordado únicamente por las victorias de Djokovic y Kvitova. Cuando pasen los años y se eche la vista atrás, en la mente ondeará el recuerdo de zagales que irrumpieron con fuerza en el circuito.

En el caso del cuadro masculino, Nick Kyrgios será la cabeza visible de este grupo. Sus nueve match points salvados ante Gasquet y la posterior victoria ante Nadal, serán recuerdos imborrables para el espectador. A la derecha de la torre australiana estará Grigor Dimitrov y, al otro lado, Milos Raonic. Tanto el búlgaro como el canadiense llevan tiempo asentados entre los 20 mejores del planeta -a partir del lunes ambos serán top10-. En esta edición ambos llegaron a semifinales, pero no lograron derribar la puerta correcta. Ese camino que llevaba a la gran final. A pesar de ello, consiguieron acceder por vez primera a la penúltima ronda de un torneo de este calibre y, de buen seguro, repetirán en próximas ocasiones.

Por lo que respecta al lado femenino, el nombre por excelencia de 2014 será Eugenie Bouchard. La canadiense perdurará mucho tiempo en la cabeza de los aficionados al tenis. Ella sí pudo acceder al último día de competición. Pero en el momento menos oportuno le temblaron las piernas y se encontró con un vendaval llamado Petra, que no dio ninguna opción en la final. Bouchard consiguió disputar el último encuentro de un Grand Slam, premio a una vida dedicada a la raqueta. Tiene solo 20 años. Es joven y, seguramente, tendrá infinidad de ocasiones de poder reinar en uno de los cuatro Grandes.

Anécdotas de las dos semanas de competición

Todo lo que rodea a Wimbledon le hace especial. Desde el enorme complejo en el que tiene lugar la batalla hasta el olor a césped que se respira en cada una de las pistas, pasando por los operarios. Todo es único. Pero si algo distingue Wimbledon de Roland Garros, Open de Australia o US Open es la tradición. Y dentro de ella, dos casos sobresaltan sobre los demás: Fresas con nata y el color blanco.

En el All England Club es costumbre tomarse un bol de fresas. El ritual de cada año para los aficionados es, una vez dentro del recinto, buscar el primer puesto y hacerse con este gustoso manjar. Toque diferencial a otros torneos que tienen como aperitivos los perritos calientes o crepes con chocolate. Y, cómo no, en esta edición ha sido la tónica de cada día de competición.

Pero sin duda, el mayor distintivo de Wimbledon es la vestimenta de los jugadores. Tanto en el cuadro masculino como femenino, cualquier tenista que pise la pista para disputar un partido debe lucir un blanco impoluto en su indumentaria. Desde la cinta del pelo hasta la suela de la zapatilla, pasando por los pantalones. Pero lo que seguramente no se imaginan es que la ropa interior también debe ser blanca. Y esto, en esta edición, ha tenido sus consecuencias.

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El caso de Marc López y Naomi Broady

El tenista catalán fue el primero en sufrir esta norma. Marc López, que disputaba el cuadro de dobles junto a su amigo Marcel Granollers, saltó a pista para el protocolario sorteo. Camiseta blanca, pantalón blanco y zapatillas blancas. Todo en orden. Pero no para el árbitro. Como publicó después del partido en su cuenta de Twitter Marcel, el juez de silla le pidió a Marc si tenía "calzoncillos de color blanco, porque con negros...". Pero peor fue lo que le pasó a Naomi Broady... La británica, número 163 del ranking WTA, tuvo que jugar sin sujetador su partido frente a Timea Babos.

Y así se desarrolló Wimbledon. El torneo por excelencia. Ese torneo en el que cualquier niño o niña que empuña la raqueta por primera vez desea estar. Algunos son elegidos para poder cumplir ese sueño. Otros, en cambio, se tienen que conformar con verlo desde la grada. Pero si otra cosa lo hace especial es que tanto jugadores como público son protagonistas de este espectáculo.

La tierra batida como protagonista principal

Bastad, Stuttgart, Newport, Bucarest y Bad Gastein, siguientes estaciones en el circuito.

Pero las lamentaciones no valen. La tristeza no existe. El circuito tenístico no para y ya hay otros campos listos para la batalla. Con Wimbledon en la retina, los tenistas ya están repartidos por el mundo en busca de seguir sumando puntos en su casillero para avanzar posiciones en el ranking.

Desde Suecia a los Estados Unidos pasando por Rumanía. Cinco torneos entre ATP y WTA conforman la semana posterior al tercer Grand Slam del año. Los chicos estarán repartidos en los torneos de Bastad, Stuttgart y Newport -único torneo que se disputa sobre pasto-. Las chicas, por el contrario, en Bucarest y Bad Gastein. Todos ellos con un mismo objetivo: levantar el próximo título.