Existe un argumento sencillo pero claro, en el mundo del deporte en general y del tenis en particular, para explicar el porqué de ciertos resultados. Más allá de análisis de golpes, fortaleza física o mental, hay jugadores que, simplemente, son mejores que otros; tal es el caso de Roger Federer sobre David Ferrer. Si a esta superioridad del suizo se le une el hecho de que el estilo del gran jugador español favorece el del suizo, el resultado es demoledor: 16 victorias de Federer en 16 enfrentamientos disputados entre ambos. El último de ellos arrojó conclusiones claras; cuando Federer juega plenamente concentrado y con una gran movilidad de piernas, ni el mejor Ferrer puede vencerle, pero cuando el suizo ha bajado la guardia, el español se ha agarrado al partido y se ha erigido en un rival muy difícil de batir.

Federer superior pero con vaivenes en su juego

El partido comenzó con un Federer meteórico, dominando con su imponente drive y jugando muy dentro de la pista. Son recurrentes los comentarios acerca del paso adelante, literal, que a dado el suizo en la pista, y muchas las estadísticas que lo atestiguan. Y es que Federer parece haberse contagiado del tenis de su actual mentor, Stefan Edberg, y está recuperando su versión más atacante, con numerosas subidas a la red. Ferrer supo capear el temporal que se le venía encima, hasta el octavo juego, donde cometió dos dobles faltas que Federer no desaprovechó. En el juego siguiente, el español tendría la oportunidad de nivelar el encuentro, pero Roger logró levantar hasta cuatro bolas de break, para alzarse con la victoria en el primer set.

Ferrer aprovechó el bajón mental del suizo en 2º set

Federer se crece con el marcador a favor, y quiso comenzar el segundo parcial tomando la ventaja que le permitiera transitar tranquilo en la segunda manga. Se percibía una seguridad en sí mismo del suizo que solo es posible que esté cimentada al haber ganado en tantas ocasiones a Ferrer. Sin embargo, tras desaprovechar cuatro bolas de rotura en el juego inicial, el de Basilea se bloqueó. No asumió mentalmente el hecho de haber perdido estas oportunidades, y transitó durante media hora en la pista sin un esquema de juego, y con una actitud pasiva. Esto lo aprovechó un gran Ferrer, que jugando sin presión, expuso su mejor tenis en lo que va de temporada, y endosó un contundente 6-1 al helvético.

No obstante, ya en los compases finales de este set, se percibió un cambio de actitud en Federer, que confirmaría en los inicios de la última y definitiva manga. Se atisbaba el break, que llegó en el cuarto juego del set, tras algunas concesiones de Ferrer y muchos esfuerzos de Federer, empeñado en cuajar los peores puntos de cada partido cuando ostentaba la posibilidad de romper el saque de su rival. Pero cuando lo consiguió, no hubo ni un resquicio por el que el tenis de Ferrer se pudiera colar. Con viento a favor, Federer navega rápido y seguro, amparado en un nivel de saque estratosférico. Un segundo break confirmaría la merecida victoria del mejor tenista de la historia (por el momento), que acude al US Open con la vitola de favorito, y aspira a meterse en la pelea del número 1 del mundo de nuevo, al defender únicamente los octavos de final cosechados el año pasado en Nueva York.

Ferrer debe marcharse de Cincinnati con la satisfacción de haber cuajado un gran tenis, y haber recuperado la confianza necesaria para afrontar los retos venideros, que en el caso del de Jávea, ostentan una vital importancia para clasificarse para la Copa de Maestros.