Dos de los tenistas más espectaculares sobre una pista de tenis se dieron cita en un partido atípico. Lo que se preveía como un encuentro vibrante y con Dimitrov dominando, desembocó en un encuentro frío y rápido, con pocas bolas de break y unas gradas semivacías, que no contribuyeron a despertar a los jugadores del cierto letargo en que parecían sumidos. Experto en el juego de trincheras, Monfils parecía encantado con que Dimitrov no cogiera el ritmo de bola que requiere el tenis del búlgaro, y se fue creciendo a medida que avanzaba el encuentro, haciéndose dominador del mismo y sintiéndose superior al de Haskovo.

Dimitrov no logró imponer su juego

En un primer parcial meteórico, con poca implicación de las gradas neoyorquinas en el encuentro y con cierta displicencia por parte de ambos al resto, con 5-5 Monfils incrementó el ritmo de piernas y pilló desprevenido a Dimitrov, que daba por hecho que el pacto de no agresión que parecía erigirse entre ambos contendientes, se prolongaría hasta el tiebreak. Break para Monfils y shock mental para un Dimitrov que se veía un set abajo en apenas media hora de encuentro.

Monfils muy rápido y preciso

Las hostilidades se desencadenaron en una segunda manga en la que se confirmó que la aparente superioridad de Monfils no era fruto de la casualidad. Crecido con el marcador a su favor, el galo jugó más agresivo de lo habitual, y alternó sus acostumbradas defensas numantinas con puntos en los que tomó la iniciativa y se mostró agresivo. Con un break para cada uno, y los mismos errores no forzados (10), la igualdad se rompió en un tiebreak en el que Dimitrov dudó, y esas dudas le condenaron.

Con un encuentro muy distinto al esperado, y ante un Monfils con la confianza por las nubes, Grigor no fue capaz de encontrarse mentalmente preparado para remontar el encuentro. Apoyándose en su saque, Dimitrov gozó de dos oportunidades para romper el saque del galo, pero no solo no las aprovechó sino que terminó cediendo su servicio en los compases finales del set, brindando en bandeja el partido a un Monfils muy consistente mental y tenísticamente. Gael es un jugador temible cuando las lesiones le respetan, cosa que por desgracia para él y para el espectáculo, no es muy frecuente. La última situación en que se vio al francés en las últimas rondas de un Grand Slam datan del año 2011, con cuartos de final en Roland Garros. Monfils está de vuelta, y ojalá sea para quedarse. Su siguiente rival será, muy posiblemente, Roger Federer, que se enfrenta a Roberto Bautista Agut en su partido de octavos.