Como en su día dejó Henry Ford, “los que renuncian son más numerosos que los que fracasan”. Esta es la realidad de un equipo donde el fracaso no ha radicado en la derrota de cuatro valientes, sino en la ausencia de un enorme elenco de tenistas que ni a principio de temporada, en Alemania, ni ahora, en Brasil, han acudido a la llamada de su capitán. Bajo el paraguas del cansancio. Tenistas con hasta veintiséis torneos disputados en esta campaña (en el caso de David Ferrer), que restan importancia a rivales de menor entidad, y dejan de lado la llamada de su país, que siendo el más representado en el Top 100 (11), ha descendido a la “Segunda categoría”.

Solo excusas

No es discutible el agotamiento que conlleva la participación en un Grand Slam. Así como no se puede cuestionar que el “cansancio” no es más que una mera razón imaginativa de los tenistas para ahorrarse viajes y cambios de superficie, que puedan repercutir en sus resultados en el circuito ATP. Esa es la situación actual de la mayoría de los tenistas de España: priman el circuito por encima de los intereses de su país. Los mismos tenistas que este fin de semana no han podido representar a un país que tanto les ha aportado a lo largo de su carrera, pronto viajarán para arrancar la gira asiática. Doble rasero. La responsabilidad de solucionar semejante problema parecía recaer sobre la figura de Carlos Moyá. Sin embargo, el que parece seguir como capitán de Copa Davis, no ha sabido motivar a La Armada.

Roberto Bautista, Pablo Andújar, Marc López y David Marrero. Estos fueron los elegidos, o más bien los únicos disponibles (junto a Albert Ramos y Guillermo García López). Un equipo que no obstante, tenía garantías totales para lograr la permanencia. Pero lo anhelado no siguió su curso. Belluci emergió para hundir a España 19 años después. La cosa, es que viendo el panorama, es impensable poder culpar a los que sí que han intentado que España siguiera entre los mejores. Mejor intentarlo, y fracasar.

Comparaciones odiosas

La situación de España contrasta con la de otros países, que se aseguran al menos una figura potencialmente relevante en sus eliminatorias. El caso de la República Checa es el más notorio. A pesar de su eliminación en semifinales, Tomas Berdych muestra un compromiso total que se ha reflejado en éxitos en los últimos años. Stepanek, a sus treinta y cinco años, más de lo mismo. Lo mismo está pasando este año con Wawrinka y Federer, que están a punto de hacer del compromiso una victoria.

Pero el caso más representativo y que más contrasta con el de España es el de Croacia y Marin Cilic. Hace una semana estaba en Nueva York alzando su primer grande, y ayer cerraba la permanencia de su país en el Grupo Mundial. Visibles diferencias con España, donde ningún líder es capaz de acudir al rescate.

Incertidumbre en el futuro

Es difícil augurar el rumbo que les espera a los nuestros. El descenso ha sido un fracaso mayúsculo, pero el fin de ciclo se antoja demasiado anticipado. España sigue siendo el país más representado en el Top 100. Sin embargo, la mentalidad de La Armada debe dar un giro. Si no consideran importante una primera ronda de la Copa Davis, si no son capaces de acudir a salvar la categoría, si no pueden sacrificar un torneo o asumir el sacrificio de un cambio de superficie, ¿qué nivel de compromiso habrá en una “Segunda categoría”? Es una interrogante para la cual aún no hay respuesta. Debe haber conjura, motivación, y hambre, para aprovechar la generación que aún perdura y alargar los éxitos de nuestro país en su edad de oro.

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Sobre el autor
Alberto Puente
Redactor en Tenis VAVEL. Pasé seis meses en MARCA. Colaboré en la revista mexicana TennisLife y en Industria del Tenis. Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.