“Cuando salgo de la pista pienso que tiene por delante un largo y penoso recorrido. Me siento mal por él. Parece una buena persona. Pero no espero verlo más por el circuito”. Son palabras de Andre Agassi en sus memorias, que reflejaban cómo desde su perspectiva Pete Sampras (Washington, Estados Unidos, 1971) no iba a gozar de una buena trayectoria deportiva. Un año más tarde (1990) el estadounidense le arrebataría el US Open. Una muestra más del rápido progreso que evolucionó el tenista nacido en Washington, que desde su aparición en el circuito profesional (1988) hasta su retirada (2003), sembró una leyenda que perdurará en los anales de la historia del tenis. 14 títulos de Grand Slam y 286 semanas al frente de la clasificación, son las principales razones que señalan a Sampras como uno de los más grandes.

Evolución meteórica

La vara de medir el futuro prometedor, o no, de un joven tenista, en ocasiones radica en la capacidad que éste posee para hacer frente a los más grandes. Sampras fue un claro ejemplo de precocidad en el tenis. Tras dos años de “adaptación”, el americano experimentó en un mismo año la sensación de conquistar su primer título (Filadelfia, 1990), y la grandeza de convertirse en ganador de un Grand Slam, bajo el calor de su público, y siendo el más joven en hacerlo. Al término de ese curso, ya se encontraba cruzando bolas con los mejores del mundo en el ATP World Tour Finals, ajeno a la historia que marcaría en este evento en los años venideros.

Desde entonces los años no supusieron más que nuevos éxitos para Pete. Su primera Copa de Maestros y su primera Davis en un final de curso soñado (1991), su primera vez como número uno del mundo (1993)… A la par, seguía superando el cara a cara a Agassi, en lo que ha sido y será una de las mayores rivalidades de la historia de la raqueta. La edad no hizo mella en su juego. Pese al transcurso del tiempo, fue capaz de acumular logros importantes (US Open, 2002) hasta un año antes de su retirada. Ya como tenista inactivo, Sampras ha hecho apariciones (2006, 2007 y 2008) en distintas exhibiciones, dejando patente que la magia es algo que nunca se pierde.

Federer - Sampras: el día que llegó su relevo

Un servicio. Un resto ganador. Federer, incrédulo, se arroja sobre la hierba londinense. Tras unos instantes se alza, ya con lágrimas en los ojos, se acerca a la red para estrechar la mano con el hombre al que siempre ha idolatrado, y al que acaba de derrotar. Su emoción no parece deberse al acceso a la siguiente ronda, sino a los sentimientos que genera su corazón tras desbancar a un tenista referente, con el que un día soñó asemejarse. Ese duelo sería el único que maestro, y por entonces pupilo, disputarían como profesionales.

Sampras, Federer, y el resto del mundo pronto atisbó que ese encuentro tenía un profundo significado. El estadounidense afrontaba la recta final de su carrera (se retiraría dos años, en 2003, con otro Grand Slam bajo el brazo), y el suizo se erigía entre los mejores con apenas veinte años. La semejanza en sus estilos, evidenciaba que el de Basilea tomaría el testigo de Pete. El relevo había llegado.

Récords y más récords

Si Sampras ha sido considerado hasta hace bien poco como el mejor tenista de todos los tiempos, es debido en gran parte al cúmulo de récords que obtuvo a lo largo de su trayectoria. Los 14 Grand Slam siempre han sido su seña de identidad. Tan solo dos tenistas actuales, Federer y Nadal, han podido superar e igualar, respectivamente, esa marca. También se convirtió en el tenista más precoz en conquistar el US Open. Y ejemplo de su dominio en el circuito son los seis años consecutivos que logró terminar en la cima de la Clasificación. 286 semanas, siendo más concretos (segunda mejor marca). Además, es uno de los escasos tenistas que han sido capaces de conquistar siete veces un Major. Sampras lo hizo en Londres, en la capital del tenis.

Un estilo propio adaptado al público

Sampras no solo deslumbraba por sus victorias, sino por la forma de lograrlas. Por un estilo de juego que conectaba directamente con la grada. Se ha declarado en más de una ocasión a favor del tenis agresivo. Sobre la pista, el estadounidense articulaba cada golpe a la perfección. Un saque temible, potente y colocado, digno de estudio para las generaciones posteriores. Con la derecha y el revés dibujaba elegantes golpes que siempre provocaban la admiración del espectador. Buscar el punto desde el comienzo del mismo siempre le ha caracterizado. Es más, le encantaba prodigarse en la red. El saque-volea, algo que tildó ante los medios a principios de año de “un arte perdido”, ha sido siempre seña de identidad de su juego.

Pese a no haber conquistado nunca Roland Garros, las capacidades que poseía dentro de la cancha le han tildado de tenista completo. Su facilidad para variar golpes, para ganar partidos tanto desde el fondo de la pista o en la red, fueron los principales motivos. Pete se convirtió en un ídolo de masas. Sus fans ya no solo acudían a las canchas con el objetivo de verle ganar, sino de disfrutar de ese tenista agresivo que se erigió claramente como el mejor de su época.

Cinco veces maestro

1991. El resto de Courier no encuentra pista. Puños en alto. Felicidad inmensa a pesar de que tras saludar al juez de silla, Sampras toma dirección a su banquillo y comienza a guardar las raquetas, conteniéndose. Con tan solo 20 años, y en su segunda experiencia, Pete acaba de experimentar la sensación de convertirse en Maestro. Algo inédito para él, que con el transcurso de los años terminó siendo frecuente.

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Ya sea por la superficie (rápida), que se adaptaba a la perfección a su estilo de juego, o sencillamente debido a sus ganas de escribir su historia, Sampras llegó a conquistar hasta cinco ATP World Tour Finals. Una leyenda se forja en las grandes citas y, sin duda, un evento que recoge a los ocho mejores del año, es una perfecta vara para medir la grandeza del campeón.

Tras el mencionado triunfo, el estadounidense le apeó en el curso siguiente (semifinales), aunque seguro que más dolorosa fue la caída en la final ante Michael Stich (1993). En 1994, ante Becker, y ya como número uno del mundo, Sampras repitió la conquista lograda tres años atrás. En 1996, de nuevo al alemán le tocaría sucumbir, en esta ocasión en una encarnizada batalla que se resolvió en cinco actos. En 1997, ante Kafelnikov, Sampras ya elevaba a cuatro sus Copas de Maestros. Redondearía su cifra dos años más tarde (1999), en una victoria especial. Ante su mayor rival histórico -Agassi-, que en aquel momento había recuperado el trono.

Una historia escrita a base de triunfos. De golpes espectaculares. De rivalidades eternas en las que siempre salía victorioso. Líder indiscutible de una época, Sampras ha sido uno de los mayores impulsores del tenis. Catalogarlo como el mejor o no, es algo que dictaminará el tiempo. Por el momento, es un Maestro que siempre será recordado.