Remar, rozar la orilla, y terminar ahogado. O lo que es lo mismo, reaccionar, sobreponerse a una situación complicada, y ceder en el último momento una batalla que puede haber sido la última. Roger Federer echa la vista atrás y siente una sensación de amargura que recorre su cuerpo. Pese a haber demostrado el despertar de sus mejores capacidades, Wimbledon, escenario idílico para él, el suizo observó cómo se le escapaba su decimoctavo Grand Slam. No obstante, con el final de año que está cuajando, se resiste a pensar que aquella fue su última oportunidad.

Al otro lado de la red, Novak Djokovic se resarcía. Tras tres finales consecutivas perdidas en Majors, elevaba los brazos al cielo y se arrodillaba sobre la hierba londinense. El serbio volvía a evidenciar que, centrado plenamente en el tenis, no hay obstáculo que logre frenarlo. Su séptimo Grand Slam y el regreso a la cima de la clasificación, fueron las recompensas de un partido vibrante.

Tres actos marcados por el servicio

Pese al variado juego de ambos tenistas, las tres primeras mangas se caracterizaron por el buen hacer de ambos tenistas con sus respectivos saques. Federer canalizó los nervios y, menos errático que Djokovic, comenzó tomando ventaja en un frenético desempate (9-7) en el que Roger se mostró más ágil de piernas y muy seguro en la red. En el siguiente parcial, el juego del serbio se hizo más sólido y consumó un break que, inmerso en la igualada batalla, se hizo determinante (6-4). En el tercer set, de nuevo sin opciones al resto, se hizo necesario el tiebreak. Cayó del lado de Djokovic (7-4), que pareció asestar un golpe definitivo.

Reacción de Federer

Pero si para algo le sirvió la final de Wimbledon al tenista de Basilea fue para darse cuenta de sus opciones de cara al presente. Contra las cuerdas (2-5), ofreció una versión inmejorable, haciéndose realmente fuerte al resto y amargando a Novak, que ya se veía alzando el título. Cinco juegos consecutivos (7-5) en un set de lo más movido (hasta cinco breaks) alargaban el duelo a un decisivo quinto asalto que dejaría tocado al perdedor.

Un final impredecible

Pese a que la extensión del encuentro parecía jugar en favor de Djokovic, se antojaba complicado predecir la resolución. El encuentro cambiaba por instantes. Tan pronto el helvético resolvía en blanco su servicio, como se enredaba y necesitaba de varios minutos para hacer lo mismo. Al otro lado de la red, más de lo mismo. Finalmente, un simple juego y unos golpes decantaron el partido del lado del tenista de Belgrado. Por delante en el marcador, abandonó toda la presión que recorría su cuerpo y se lanzó en cada impacto. Al resto, cuando Federer ya esperaba otro igualado final, Djokovic firmó sentencia (6-4).