Hablar de la mayor exhibición del mejor tenista del año es, ya de por sí, poner el listón muy alto. En una temporada en la que Novak Djokovic ha vuelto a reinar en el circuito ATP, quedará para el recuerdo su soberbia actuación en el torneo ATP 500 de Pekín.

En el campeonato chino, el astro serbio mostró un tenis exquisito, sin apenas fisuras, sumando, uno tras otro, partidos excelsos en los que sus rivales se veían desbordados por la superioridad del número uno. Guillermo García López, Vasek Pospisil, Grigor Dimitrov y Andy Murray construyeron el camino de Djokovic a la final, cayendo todos ellos por la vía rápida y sin apenas oponer resistencia a la locomotora balcánica.

En el encuentro definitivo, el checo Tomas Berdych se interponía como último obstáculo entre Djokovic y el trofeo que acreditaba al campeón de Pekín. Lo que ocurrió sobre la pista principal del torneo que sirve como antesala para el Masters 1000 de Shanghai quedará grabado con fuego en la memoria del espigado tenista entrenado por Tomas Krupa.

Djokovic se colocó con un contundente 6-0 y 5-0, pero Berdych 'reaccionó'

Desde el arranque del partido, Berdych vio cómo su rival le avasallaba sin piedad, concediendo, con impotencia, un break tras otro hasta que el marcador se situó en un implacable y casi cruel 6-0 y 5-0, con Djokovic al servicio para cerrar un doble rosco que confirmaría la humillación pública. Sin embargo, el checo tiró de orgullo y logró una trabajada rotura de servicio que le permitiría colocarse con 5-2, momento en que el campeón serbio ya no concedió más crédito a su contrincante.

6-0 y 6-2 fue el marcador final de un partido que Tomas Berdych logró maquillar mínimamente en sus últimos suspiros. Poco le faltó a Djokovic para arrasar sin piedad a todo un consagrado top10 mundial y finalista de Grand Slam. Una exhibición de facultades rara vez vista sobre una pista de tenis. Un destello más de una leyenda que ya ocupa su trono.