Escenario, Palais Omnisports de Paris-Bercy. Se cerraba la temporada de Masters 1000 con varias luchas por resolver. Una de ellas, los billetes, aún sin nombre, con destino Londres, Copa de Maestros. Y el cañonero canadiense Milos Raonic era uno de los implicados en esa disputa. Sus posibilidades de conseguir un billete eran escasas, y Paris-Bercy era su última oportunidad. Un gran resultado le llevaría a la capital británica, residencia temporal de la Copa de Maestros, por primera vez en su carrera. Objetivo de todo el año que se jugaría en el último torneo de la temporada. Paradojas del deporte.

Por su parte, el helvético Roger Federer, tras la conquista de Basilea la semana anterior, se plantó en Paris con el objetivo de acechar el número uno. Y es que una victoria suya en Paris-Bercy acortaría considerablemente la distancia respecto a Novak Djokovic. Pero su mente estaba más en la Copa de Maestros, ya clasificado, y en la final de la Copa Davis. Y justamente esa circunstancia quería aprovechar Raonic, consciente de que el suizo no se implicaría en el partido al 100%. Oportunidad de oro para el top8.

Fundamental el saque. Es el arma más poderosa de ambos jugadores. Pero para el canadiense es, además, la base de su juego ofensivo. Se preveía marcador ajustado y así fue. Winners y aces. Un recital de tenis ofensivo, de la vieja escuela. Triunfo para Raonic 7-6 y 7-5 que selló, con esta victoria y la derrota de David Ferrer, su pase a semifinales del torneo y la presencia en Londres. Premio merecido tras una gran victoria ante la leyenda suiza.

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Sobre el autor
Alejandro Romero Najera
Estudiante. Viajero incansable. Aficionado al deporte y en especial al tenis. Seguidor de Rafa Nadal