No tiene miedos. El público galo, la lentitud de la pista, y el propio Jo-Wilfried Tsonga, parecían inconvenientes suficientes para que el temor acechara a Stanislas Wawrinka. Pero el suizo ejerció de líder. Cargado por la ira reciente de su derrota en la Copa de Maestros, el suizo no salió a verlas venir. Atacó desde el primer momento, propiciando el paso atrás del francés, que no pudo complacer a los suyos. Caracterizado este año por sus vaivenes en los diferentes torneos, el helvético abrió la final de la Copa Davis con su mejor versión. Con un juego completo (tanto en el fondo como en la red) y exquisito, resquebrajó (1-6, 6-3, 3-6 y 2-6) los planes de una Francia que debe agarrarse ahora a su número dos.

La expectación y el ambiente con el que arrancó la final no fueron suficientes para calentar a Tsonga, que evidenciaba una falta de ritmo considerable. Ausente en competición desde finales de octubre, el tenista galo anduvo errático desde el principio. El tenista local solo pudo aguantar la mirada a Wawrinka en su primer juego de saque (1-1), donde sus problemas ya se empezaron a vislumbrar. El francés se negaba a utilizar su revés, y su derecha no carburaba. El suizo, en cambio, se mostraba cómodo. El cambio de superficie, la enorme lentitud de la pista, no parecían hacer mella en su juego. Con un excelso servicio, Stanislas dejó sin opciones al resto a su adversario. Y avalado con un revés que de nuevo volvió a abrir esos ángulos que tanto le caracterizan, y con una derecha que adquiría cada vez más potencia, el pupilo de Severin Luthi, hizo suyos los siguiente cinco juegos (1-6) para comenzar de forma inmejorable el partido.

Wawrinka voleando (Zimbio.com).

El suizo, a continuación, dispuso de una ocasión de oro para asestar un golpe casi definitivo al duelo, pero su brazo se encogió y Tsonga respiró (1-0). Ese aire que cogió el francés cambió el rumbo del segundo acto. El tenista galo se soltó, y comenzó a asustar a su adversario a base de derechazos, confirmando la sensación de que los nervios presentes al comienzo ya se habían disipado por completo. Las dudas, por tanto, se trasladaron, y se presentaron en la cabeza de Wawrinka, que con una doble falta en el cuarto juego, dejaba e set a merced de Jo-Wilfried (3-1). Tsonga se agarró a su servicio, mucho más fiable (78% de puntos ganados), y sin más sobresaltos se apuntó la segunda manga (6-3).

Tras más de una hora de esfuerzos, y con el encuentro equitativo, ambos pactaron una tregua en la que los servicios, a excepción del tercer juego, fueron realmente cómodos (2-3). Pero entonces, Wawrinka hizo gala de esa “facilidad” que atesora para alternar sus mejores golpes. Con un revés casi indescriptible, aprovechó la primera opción al resto para desesperación de Tsonga (2-4). El francés, alargó la lucha (3-5) salvando hasta tres bolas de set, pero la sangre fría de la que pudo presumir el suizo se erigió decisiva para decidir el tercer parcial (3-6).

Tsonga tras efectuar un golpe de derecha (Zimbio.com).

Para desgracia de la mayoría de los espectadores, que batieron récord de asistencia en un partido oficial (alrededor de 27.400), la tendencia se mantuvo en el inicio del cuarto acto. Wawrinka continúo yendo mucho más hacia el partido (hasta 28 golpes ganadores con la derecha) abriendo brecha (0-2), ante un Tsonga que no encontraba la solución en su mejor golpe. No hubo reacción, no se alargó la batalla. El suizo deslizó mejor sobre el polvo de ladrillo, evidenciando su gran campaña, y tras una nueva rotura en el séptimo juego, cerró con su servicio el partido (1-6, 6-3, 3-6 y 2-6) otorgando a su país el primer punto de la eliminatoria.