26 de junio de 2013. Pista Central de Wimbledon. Roger Federer se enfrenta a Sergei Stakhovski en partido de segunda ronda. El revés paralelo del suizo se va al pasillo de dobles. El ucraniano, incrédulo, se arrodilla en la hierba londinense mientras Roger camina cabizbajo, sin saber qué pensar o qué decir en la posterior rueda de prensa. Por primera vez en nueve años, caía antes de cuartos en un 'major'. Los periódicos no se cortaron al día siguiente. Era el fin de una era. Era el fin de Roger Federer.

Por primera en nueve años, Federer caía en un Grand Slam antes de cuartos

La temporada fue desastrosa en líneas generales. No llegó a ninguna final de Grand Slam por primera vez desde 2002 por diversos motivos: no tuvo fondo físico en un partido de cuatro horas ante Murray en Australia, no sobrevivió a un día sin saque con Tsonga en París, no tuvo plan B contra Stakhovski en Wimbledon, mientras que fue apabullado por Robredo en Flushing Meadows. Un sólo título (Halle) y desterrado del top-5 por primera vez en 11 años. El suizo se asomaba al abismo.

Foto: zimbio.com

Los cambios en el 'staff' ténico de Federer no se hicieron esperar. Despidió fulminantemente a Paul Annacone tras tres años de colaboración y fichó al sueco Stefan Edberg, ganador de seis Grand Slams, para cambiar su forma de jugar. Un estilo más directo, buscando más 'winners' y más subidas a la red. El objetivo, acortar los partidos, conocedor de que no podía competir físicamente con los Nadal, Djokovic o Murray, en plenitud física.

Edberg mostró un Federer más directo, con más 'winners' y subidas a la red

El suizo no quiso ponerse un objetivo claro, si bien su mirada estaba en Wimbledon. Quería ir partido a partido, recuperando unas sensaciones perdidas en 2012. Además, contaba con una raqueta nueva, hecha por y para el juego directo, para acortar los puntos a base de tomar más riesgos con golpes ganadores y subidas a la red constantes.

Australia, el primer aviso

Sin embargo, el primer torneo del año dejó un sabor agridulce a Federer. En Brisbane, sin grandes nombres en el cartel de participantes, el suizo pretendía llevarse el título, pero un inspirado Lleyton Hewitt le desquició en la final, volviendo a caer ante un jugador de bajo ránking. Había caído en la misma piedra que en 2013. Volvía a perder con jugadores con los que no debería ni sufrir.

Pero Federer no le dio importancia y se centró en la primera gran cita del año, en Australia. Pasó las tres primeras rondas sin apuros y barrió a Tsonga en octavos en su primera prueba de fuego. El cruce con Murray en cuartos era el partido para medir el cambio de Federer. Y el suizo lo bordó. En un dramático encuentro, el de Basilea tumbó el escocés en cuatro sets y se colaba en las semifinales del primer 'major' de la temporada. Allí Nadal no le dio ninguna opción, pero Roger había mostrado sus credenciales batiendo a dos top-10.

La victoria ante Murray en Australia fue el punto de partida de Federer en 2014

Febrero fue el mes de la confirmación de las buenas sensaciones de Federer durante el comienzo de año. Ayudó a su país a pasar ronda en Copa Davis ante Serbia y logró su primer título del año en Dubai, batiendo a Djokovic en semifinales y a Berdych en la final. Todo ello con un juego rápido y alegre, que recordaba al Federer de las mejores ocasiones.

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En la gira norteamericana de marzo, el helvético siguió mostrando su mejoría de juego. En Indian Wells se coló en la final, en la que cedió ante Djokovic en el tie-break decisivo, mientras que Nishikori frenó su marcha en Miami en cuartos de final en un maratoniano partido. Su actuación en California le sirvió para volver a ocupar un puesto en el top-4, sólo por detrás de Nadal, Djokovic y Wawrinka, campeón en Australia.

Dudas en la tierra, gloria en la hierba

La gira de tierra batida supuso un frenazo en la temporada de Federer. Aunque brilló en Montecarlo, batiendo a Djokovic en semifinales y cediendo en la final ante Wawrinka, no tuvo su mejor actuación ni en Roma (cayó a la primera ante Chardy) ni en Roland Garros, donde fue fulminado por el letón Gulbis en octavos de final. El nacimiento de sus dos hijos hicieron sembrar las dudas en torno al rendimiento de Federer y sus aspiraciones en Wimbledon, el gran objetivo del año.

La llegada de la temporada de hierba supuso el resurgir de Roger. Ganó en Halle, sumando su segundo trofeo del año, y en Wimbledon encontró su mejor versión. Arrasó a todos sus rivales (excepto Wawrinka en cuartos) hasta la final. Allí se encontró con Djokovic, que se jugaba el nº1. En un partido memorable, con bolas de partidos salvadas por parte del suizo, el balcánico se llevó el título en un quinto set de infarto. Las lágrimas de Federer en la ceremonia eran la de una oportunidad perdida, pero también las del retorno del mejor tenista de la historia.

La derrota de Londres hizo aún más fuerte al genio suizo. Completó una inmaculada gira norteamericana pre-US Open. Perdió en la final de Toronto ante un gran Tsonga pero no se le escapó el título en Cincinnati, en el que soportó las embestidas de un combativo Ferrer. De esta forma, llegaba como favorito a Flashing Meadows, dada la lesión de Nadal y el intermitente estado de forma de Djokovic. Además, la opción del número 1 no se cerraba para Federer.

Cilic destroza el sueño

En Nueva York, Roger vivió de todo. Llegó sin problemas a cuartos y allí, en un dramático partido con Monfils, tuvo que sobrevivir a cuatro pelotas de partido en contra y cuatro horas de batalla para llegar a semifinales. Con Djokovic ya KO, todo parecía en las manos de Federer. Pero un espectacular Marin Cilic se interpuso en su camino, destrozando sus esperanzas de llevarse un 'major' en 2014. Sin duda, un duro golpe para el helvético, que tendría que superar y centrar su mirada en el próximo objetivo: la Copa Davis.

Ante Italia y en Ginebra, la Suiza de Federer pasó sin problemas y se citó ante Francia en la final. En octubre, Roger fue afinando su forma ganando en Shanghai (victoria ante Djokovic en semifinales incluida) y Basilea. El sueño de acabar número 1 la temporada era cada vez más posible, pero la derrota ante Milos Raonic en cuartos París-Bercy lastró sus opciones.

Hasta su derrota con Raonic en París, Federer mantuvo opciones de acabar número 1 la temporada

Dos objetivos quedaban en noviembre: el Masters y la Davis. En Londres, Federer se plantó sin problemas en semifinales tras apabullar a Murray en la liguilla. En la penúltima ronda, sobrevivió a un drama de partido ante Wawrinka, salvando hasta cinco bolas de partido. El domingo de la final, unos problemas de espalda le impidieron disputar la final con Djokovic. Sin duda, la presencia de la Copa Davis condicionó su decisión.

La final de Copa Davis disputada en Lille era la gran ocasión de Federer para llevarse el trofeo que faltaba en su vitrina. Pero no fue nada fácil. Su derrota el viernes ante Monfils puso a Suiza contra las cuerdas, pero la gran labor de Wawrinka y la temple de Federer el día clave ante Gasquet le dio el título, el broche de oro a una temporada tan mágica como histórica.

Para valorar la hazaña de Federer en 2014 hay que ponerse en perspectiva. Con 33 años y en una época en la que la condición física es fundamental para ganar a una generación de tenistas tan talentosos como prodigiosos físicamente, el suizo ha usado su extraordinario talento para reinventarse y volver a ser competitiva tras un 2013 desastroso.

Federer: el tenista, el emblema, la leyenda

Federer no es sólo un tenista. No es siquiera sólo el campeón de 17 Grand Slams. Roger es un modelo en el que miles de niños que juegan a tenis se fijan. Un estilo de juego, una forma de vida, una filosofía que ha hecho mella durante más de una década en todos los rincones del mundo. Por ello lleva doce años seguidos ganando el premio al tenista más querido por los fans.

Las voces que sugirieron su retirada en 2013 han sido sepultadas por la clase del de Basilea

¿Qué podemos esperar del suizo en el futuro? Nada es descartable. Las voces que sugirieron su retirada en 2013 han sido sepultadas por la clase del de Basilea. Federer no le debe nada al tenis, ha dado todo lo que puede un jugador dar e incluso más, pero su sombra y el eco del respeto que genera su nombre sigue perdurando allá por donde va. Cada año que el suizo decida seguir jugando será todo un regalo para el aficionado al tenis.

Foto: Sky Sports

Repetir el exitoso 2014 se antoja casi imposible. El reto de volver a levantar un 'major' es el horizonte de la mirada del gran Roger. Difícil, sí; imposible, no. Mientras no se encuentre en el camino a Rafael Nadal, su verdadera némesis, el tenista que puede aniquilar el juego virtuosista de Federer, el suizo tendrá opciones de título. Ya llevó al límite a Djokovic en 5 épicos sets en Wimbledon y batió a Murray en Australia, con lo que no sería algo nuevo para Federer.

Mientras no se encuentre con Nadal, tendrá opciones de levantar un Grand Slam

2015 se antoja, sin embargo, más complicado para que Roger mantenga su regularidad. A los 'Nole', Rafa o Andy se une la nueva hornada de Nishikori, Raonic o Dimitrov, ya habituales en las rondas finales de los 'majors'. Ubicado en la segunda posición del ranking ATP, Federer disfruta de la posibilidad de evitar a Djokovic hasta la final en cada torneo, un aspecto que puede resultar fundamental el próximo año.

Y es que mientras Djokovic intenta aumentar su palmarés, añadiendo un Roland Garros que le eleve al Olimpo, mientras Nadal intenta alcanzar y superar la cifra de 17 grandes, mientras Dimitrov y Nishikori buscan el relevo, Federer juega por y para sí mismo, y por y para el tenis. Nunca den por acabado al suizo, pues aún les podrá sorprender con otra obra de arte, con otra oda al tenis. Porque, como señaló el gran Valentino Rossi cuando algunos querían jubilarlo, gallina vieja hace buen caldo.

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Sobre el autor
Rubén Gómez
Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona.