La paciencia es la madre de la ciencia. Este sabio proverbio tantas veces repetido por los padres hacia sus retoños, debió ser muy bien metabolizado por Simon y Monfils durante su infancia, ya que demuestran sobre la pista una capacidad difícilmente alcanzable, de pasar bolas al otro la de la red, una y otra vez, y no escatiman en golpes para preparar el punto. La batalla de la paciencia la ganó Gilles Simon hoy.

Interminables peloteos y variedad de golpes

Recursos técnicos por doquier. Ésto es lo que ostentan los dos jugadores franceses que brindaron al público de Marsella una gran final. Golpes planos, liftados, cortados, dejadas, globos y voleas; todo el repertorio de golpes en una pista de tenis se pudo ver en la central de Marsella. Coincidieron en pista dos de los grandes recuperados del circuito; jugadores que se retroalimentan de la potencia que imprimen los rivales a sus golpes. Esto dio lugar a una guerra de trincheras durante todo el encuentro, en el que cualquier pequeño despiste se pagaba caro.

Monfils desaprovechó sus opciones en el 1º parcial

El flexible jugador parisino gozó de tres oportunidades para romper el saque de su rival durante el séptimo juego del partido. Gael fue quien más propuso, dentro de los estándares de conservadurismo en que transitó el encuentro. Así lo atestiguan sus más de 50 errores no forzados al final del encuentro, algunos de ellos cometidos en momentos cumbre. Sin embargo, Monfils pecó de conservadurismo en ciertas situaciones del encuentro, y cometiendo el fallo tras largos peloteos, ya que Simon se erigió en un muro y mostró una gran capacidad física. Mientras que el de París jadeaba exhausto tras cada intercambio, Simon caminaba erguido y elegante por la pista marsellesa.

Esta superioridad física se plasmó en el décimo juego, en el que Gillou forzó la máquina y se decidió a tirar más duro con su derecha. Pilló desprevenido y algo cabizbajo a un Monfils que vio cómo se le escapaba un disputado primer parcial en un abrir y cerrar de ojos.

Simon se fue del partido en el 2º set

Monfils no concedió ni una sola bola de break

Autocomplaciente tras haber salido vencedor del primer parcial, y confiado en que la fragilidad mental de la que está haciendo gala Monfils últimamente hiciera acto de presencia, el de Niza se relajó notablemente en los compases iniciales de la 2ª manga. Gael lo aprovechó para seguir moviendo a su rival de un lado a otro, y buscó soluciones en la red, tanto subiendo él para cerrar los puntos como atrayendo al propio Simon para pasarle sin misericordia.

Con tres roturas de saque y grandes sensaciones, cerraba Gael un 2º parcial alentador para sus intereses. Pero el fino jugador de la costa azul reaccionaría.

Pequeños detalles decantaron la balanza del 3º parcial

Simon más acertado en momentos calientes del tiebreak

Máxima igualdad durante todo el set, con dos jugadores que se olvidaron del juego atacante, y se refugiaron en el terreno en el cual se sienten más seguros. La batalla intrínseca de todos los puntos era ver quién se dejaba dominar para contraatacar con maestría. El repertorio de golpes fue descomunal y los nervios y la confianza jugaron un papel importantísimo. Hubo break de Simon al inicio, que pronto contrarrestó Monfils, y se llegó a un tiebreak en el que Gilles estuvo más seguro de sus posibilidades.

Gilles Simon, otro treintañero de moda

Asentado en el puesto 17 del ránking mundial, Simon suma un nuevo título en su cuenta particular, y ya van 12. El de Niza es otro de los jugadores al que parece que la treintena le sienta de maravilla, ya que está en un gran momento de juego. Por su parte, Monfils ha de irse con la cabeza bien alta de Marsella, y asumiendo la gran mejoría que ha experimentado su juego a lo largo de esta gira europea en torneos indoor. Atrás parecen quedar las dudas y conjeturas sobre una posible retirada temporal de este jugador tan especial, y al que tanto necesita el circuito.