Todo empezó tras 27 juegos de claro color checo. Kokkinakis, con el partido totalmente perdido (6-4, 6-2 y 5-4 con break abajo), sintió que se podía. Estaba sacando Rosol para partido, y la rebeldía de un niño de 18 años que osaba a celebrar un simple 15-30 al borde del abismo. Todos le daban por muerto, pero Hewitt no cesaba de animarle, fue el primero en verlo. Una especial 'luz verde y dorada' empezó a salir del joven australiano, un aura especial llegó a la pista.

Todas sus penurias se convirtieron en ánimos, todas las derechas que antes no entraban ahora pulverizaban las líneas del campo contrario. Cualquier otro estaría con los dos pies en la ducha, pero él no, él estaba celebrando ese 15-30, porque sabía que podía. Mientras, todo el fervor que destilaba el Cez Arena empezó a sentir un escalofrío: ¿y si lo hace? ¿será capaz? Pronto obtuvieron respuesta. Era el día de Thanasi Kokkinakis.

El peso de la responsabilidad

Una historia con tintes épicos, pero como todo buen narrador, mejor vayamos al principio del todo. Pasadas las tres y media de la tarde españolas, arrancaba este encuentro de Octavos de Copa Davis. A un lado de la red, Lukas Rosol (29 años) y al otro, Thanasi Kokkinakis (18). El Cez Arena y la responsabilidad, parecieron pesar en el inicio al joven aussie, ya que le costó un par de juegos el ganar una bola, cuando ya caía por 2-0.

Rosol dominó sin piedad desde el inicio

El set continuó por los mismos derroteros: un Rosol crecido ante los suyos, totalmente conocedor de que era el número uno checo de la cita y que no podía defraudar; mientras, Kokkinakis como un verdadero flan en cada punto y sufriendo una eternidad para aguantar el ritmo de su oponente. Así, el primer set no tardó en caer en manos del local (6-4).

La segunda manga no fue ni mucho menos distinta, sino que la diferencia entre ambos se amplió aún más. De nuevo, Rosol rompía a las primeras de cambio a su oponente poniendo ya la directa y el partido ya cogía un incontestable color checo (6-2).

El espíritu 'aussie' de Kokkinakis sale a escena

La tercera manga, para no variar, inició con una rotura de servicio en el segundo saque del australiano. Todo eran dudas, todo eran fallos y todo eran aciertos de Rosol, ese era el partido del representante 'canguro' hasta el momento.

El panorama parecía no tener vuelta atrás, Rosol sacaba para partido (5-4) y todo el Cez Arena se frotaba las manos acariciando el primer punto de la eliminatoria, pero ahí estaba Thanasi. Puede parecer una exageración, pero en un punto (15-30) cambió todo el partido por completo. De no creer, a no dudar. De ver todo perdido, a saber que podía. Celebró con un 'come on' entre aplausos y ánimos de un Hewitt que lo veía venir y se puso el traje de héroe. A partir de entonces, una apisonadora amarilla y verde arrasó Ostrava. Así, del 5-4, al 5-7, en apenas un cuarto de hora. Había partido, vaya que si lo había.

La sublevación de Thanasi arrasa Ostrava

Nadie se creía lo que estaba viendo. Ese inmaduro y verde tenista nacido en 1996, había dejado su gris versión para lucir destellantemente ante las atónitas miradas de los checos. El partido ahora no tenía al local como el claro dominador, sino todo lo contrario.

El indómito tenis de Kokkinakis forzó el quinto set (7-5)

Para más inri, los problemas musculares le empezaron a acechar, Kokkinakis tenía el encuentro donde quería. Ya nadie se sorprendió cuando, de nuevo en el 5-5, el sedicioso tenis de Kokkinakis mandaba el 'match' al quinto y definitivo set (7-5).

Ahí estaban, en la quinta manga tras varias horas de partido. Quién lo iba a decir cuando apenas una hora antes perdía 6-4, 6-2 y 5-4. La magia del tenis, la magia de una futura estrella. Y, precisamente, no había remado y remado contracorriente para morir en la orilla. Rosol corría y luchaba -incluso llegó a estar con break arriba por momentos-, pero hasta el lo sabía: era el día de Kokkinakis. Una vez más, volvió a vencer al fuerte viento que le llevaba la contra, y con dos breaks seguidos, selló la victoria de su vida.

Quizás tan solo valga un punto, quizás tan solo sea un partido y quizás tan solo sea un niño de 18 años, pero lo que es indudable es que este presente va a tener mucho futuro. Muchos se lo perdieron, pero hoy se consagró una futura estrella del tenis. Apunten su nombre, Thanasi Kokkinakis.