Son muchos los partidos que un jugador de élite, disputa al cabo de un año, por lo que resulta imposible desplegar el mejor juego en todos ellos. Ahí radica parte de la grandeza de tenistas que entrarán en el olimpo de la historia de este deporte: en su capacidad para ganar partidos a pesar de no jugar del todo bien.

Y es que Rafa Nadal cuajó un partido sin ritmo, repleto de errores infantiles ante un Young que coartó toda posibilidad de disfrutar de un encuentro vistoso, queriendo ganar al español en el fango. Pero a Nadal no se le caen los anillos, y logró acabar imponiéndose, con mejores sensaciones de las esperadas a final del primer set.

Young no quiso jugar en ningún momento

Pim, pam, pum. Con esta coloquial onomatopeya puede definirse el esquema de juego del estadounidense. Sin importarle acumular fallos de manera sonrojante, tanto en número como en forma, Young quiso derrocar a Nadal impidiéndole entrar en el partido. Sin peloteos y sin ritmo, el nivel del español, un jugador diésel, pierde muchos enteros.

Espectáculo de dudosa calidad el ofrecido por ambos en el 1º set

Privado de peloteos largos e intensos, Rafa se mostró inseguro con su servicio. Lo perdió en el cuarto juego con uno de los fallos más clamorosos que se le recuerdan al español en un remate. Sin embargo, Nadal mejoraba al resto, lo cual aprovechó para igualar el encuentro. Tras otro break y contrabreak en el séptimo y octavo juego, el balear puso fin a un esperpéntico 1º set. Con el mono de trabajo y las herramientas de albañilería, el español supo lo que requería el encuentro: ganar el 1º set. Una vez lo hizo, el viento sopló de su favor y pudo navegar plácidamente ante un Young que no encontró argumentos cuando la confianza del español incrementó.

Nadal mejoró mucho en el 2º set

Comenzó a desperezarse Nadal, cuando se vio por delante en el marcador. El incremento de la velocidad e intensidad de piernas fue progresivo, lo que permitió a Young volver a romper el servicio a las primeras de cambio, en lo que sería la última buena noticia del encuentro para el estadounidense.

A partir de ahí, Rafa se soltó la melena y comenzó a repartir la pelota con frescura, metiéndose dentro de la pista y jugando agresivo. Young se convirtió en una marioneta que corría de un lado a otro, sin la posibilidad tan siquiera de jugarse los puntos a dos o tres tiros. 

Simon, próxima piedra en el camino

6-4 6-2 para el español, que cumple con el objetivo primordial de seguir avanzando en el torneo. Las sensaciones de final de encuentro fueron mucho mejores que las iniciales, lo cual ayudará a Nadal a afrontar con mayores garantías de éxito el encuentro de octavos ante Simon. Un duelo que se prevee radicalmente distinto al de hoy, en el que habrá de estar muy bien preparado físicamente para desarbolar la defensa numantina que acostumbra a poner Simon en fondo de pista, haciendo gala de un tenis con muy pocos errores no forzados.