Wawrinka salió del vestuario ya derrotado, el lenguaje corporal del suizo indicaba que algo no iba bien, y las sospechas se confirmaron en el primer juego, donde Dimitrov conseguía la primera de las cinco roturas del encuentro. 

El defensor del título caminaba cabizbajo por la pista, sus bolas se marchaban a la pared del fondo o se quedaban demasiado cortas, su saque no hacía daño y su revés se veía contrarrestado por el también revés a una mano de Dimitrov. En dos sets muy parecidos Stan cedía el partido y su corona en Montecarlo. 41 errores no forzados en uno de los partidos que Wawrinka querrá borrar de su cabeza rápidamente. 

Entre el murmullo de un público que esperaba más de uno de los partidos de la jornada se diluía Wawrinka. Con 30 años ya, el suizo sigue inmerso en una crisis de irregularidad que lleva acompañándole toda su carrera, tras el gran inicio de año con semis en Melbourne y título en  Rotterdam el suizo no ha vuelto a ganar dos partidos seguidos, con derrotas prematuras en Marsella, Indian Wells, Miami y esta vez en Montecarlo. 

Pero la derrota en Montecarlo no es una derrota cualquiera, la apabullante superioridad de Dimitrov supone perder buena parte de los 1000 puntos que defendía aquí tras el título alcanzado el año pasado ante su compatriota Roger Federer. A falta de saber los resultados del resto de jugadores lo más probable es que Wawa caiga fuera del top ten, una caída libre para un jugador que comenzó el año siendo el cuatro del mundo.

No hay que olvidarse de Dimitrov

Por su parte Dimitrov por fin vence a un top ten tras siete derrotas consecutivas ante jugadores de los diez primeros puestos de la clasificación. Pese a que no se vio la mejor versión del búlgaro (llegó a regalar varias posibilidades de break) en Montecarlo está consiguiendo un buen resultado en un torneo donde el año pasado fue apeado en tercera ronda por David Ferrer. 

En su asalto al top ten el búlgaro se medirá en la siguiente ronda al ganador del partido entre Monfils y Federer.