El tremendo nivel competitivo que impera en el circuito WTA actualmente, y que arroja una igualdad máxima, hace que la posibilidad de ganar un título se reduzca cada vez más, convirtiendo este hecho en una auténtica hazaña y en todo un diferencial. Incluso el torneo de final de temporada habilitado para las ocho jugadores fuera del Top10, que estén mejor clasificadas habiendo sido campeonas en algún torneo del año, muestran a las claras la importancia que se le da a este hecho.

Oportunidad de oro para recuperar confianza y ganar puntos

Es por ello por lo que Garbiñe Muguruza vislumbró en Marrakech una oportunidad de recuperar el tenis alegre y desenfadado que mostró en los primeros meses de competición. Atraviesa la española por un pequeño bache de juego, tras sus duras derrotas ante Pliskova en el mes de febrero, que parecieron lastrar su confianza, así como con Errani en Miami. Tampoco pudo con Halep en Stuttgart, mostrando una gran fragilidad mental.

Kasatkina mantuvo el tipo durante el primer set

No hay mejor manera de recuperarse anímicamente que ganando partidos. Y eso es lo que busca Garbiñe en la bella ciudad magrebí. Solicitando a última hora una wildcard para disputar el evento, la española parte como primera cabeza de serie, con la responsabilidad que ello conlleva.

Garbiñe debutó contra una desconocida jugadora rusa, de apenas 17 años, y que ha mostrado un gran desparpajo. Siendo la 250 del mundo, Kasatkina solo pudo mantener el ritmo de Garbiñe durante el primer set. Una vez la española se centró y jugó de manera inteligente, sin precipitaciones, los puntos fueron cayendo de su lado, y se percibió cómo la rusa es una jugadora más de futuro que de presente. No así Garbiñe, que ha de abandonar su condición de "promesa" para convertirse en una realidad. 6-4 6-1 finalmente para la española, que buscaré el acceso a los cuartos de final frente a la doblista francesa Kristina Mladenovic.