Siempre es bonito ganar un título, pero mucho más cuando se lleva esperando ese momento desde hace años. Y no precisamente porque Munich sea un torneo especial, sino porque se disputa sobre tierra batida. Muchas son las horas de práctica sobre esta superficie, que ha llevado a cabo Murray desde que siendo apenas un adolescente se desplazó a Barcelona para entrenar. Cada año, el británico acude a España con la finalidad de seguir mejorando sobre polvo de ladrillo. Y todo ese trabajo, ha tenido recompensa en Múnich, en forma de título.

Tras una semana realmente incómoda, en la que la lluvia bávara ha hecho retrasar el torneo, obligando a jugar dos partidos el sábado y haciendo que la final se disputara el lunes, Murray sale con la confianza por las nubes. Ya no se recordará el evento tan solo por esa acalorada discusión que mantuvo el de Dunblane con Rosol, y en la que le dijo que "nadie le quiere en el circuito", ni por la lluvia. Se recordará por ser el primer título de Murray sobre tierra batida.

Igualdad máxima con Kohlschreiber

El alemán fue un más que digno rival en la final. El encuentro fue un despliegue de juego variado por parte de ambos, con golpes de todo tipo y numerosos escarceos en la red de ambos, aprovechando su gran mano para hacer dejadas y volear. También el servicio tuvo un papel preponderante. Así lo demuestra el hecho de que el primer parcial se resolviera en el tiebreak, sin haber gozado de ninguno de los dos de una sola pelota de break.

17 saques directos de Murray, por 11 del alemán

Después de que Andy hiciera valer sus galones en el tiebreak del primer set, se destapó el tarro de las esencias del tenis de ambos. Mucho más dinámicos al resto, hubo break y contrabreak, pero acabó siendo el teutón el que se llevó el gato al agua, con un tramo final del segundo parcial, excepcional.

Contrariado Murray por tener que jugar un partido de casi tres horas de duración, sabiendo que tiene que desplazarse a Madrid para disputar el Masters 1000, parecía precipitarse a inicios del set definitivo. Pero supo el británico canalizar su enfado y trasponerlo en buen juego. Volvió a primar el buen nivel al servicio de ambos, y de nuevo sin breaks de por medio, el encuentro se encaminó a un tiebreak en el que Murray estuvo muy fino.

Título muy sufrido para el escocés, que obtiene recompensa a sus esfuerzos por mejorar sobre tierra batida. Tanto él como Kohlschreiber se desplazarán ipso facto a Madrid, donde podrían volver a verse las caras si el germano gana a Alejandro Falla en primera ronda.