Todo aquel que vio el partido de semifinales entre Nadal y Berdych, y esta tarde se ha postrado en el sofá con la idea de volver a ver un espectáculo deportivo de alto voltaje, con el manacorí jugando al nivel que acostumbra, se habrá frotado los ojos en repetidas ocasiones, cariacontecido ante la desorbitante diferencia entre el juego de dos individuos que solo han compartido el nombre en el carnet de identidad y la apariencia física.

Nadal no encontró sensaciones en ningún momento

¿Cómo es posible que Nadal jugara ayer su mejor partido de 2015 y el de hoy haya sido uno de los peores? El tenis es así. Visto y no visto. Lo que se ve sobre la pista es solo la punta del iceberg, de un conglomerado de sensaciones y pensamientos que atraviesan la cabeza del jugador, antes, durante y después del partido. Muchos de ellos incomprensibles para el cómodo espectador que no pueda hallar en estos momentos una explicación racional a lo ocurrido.

Y lo que ha ocurrido no es más que una victoria aplastante de un jugador mayúsculo, que parece haberse desembarazado de los complejos que han atenazado su tenis sobre tierra batida durante toda su carrera deportiva. Un talento rebosante, y la paciencia necesaria para jugar en esta superficie, pueden convertir a Murray en un peligro en futuras citas, ahora que ha logrado encadenar dos torneos seguidos. Ha tardado diez años el escocés en ganar un título sobre polvo de ladrillo, y en apenas quince días, ha encadenado dos. Múnich y Madrid han sido testigos del inicio de una tendencia que puede cambiar el paradigma del tenis mundial.

Tres oportunidades de break en el primer set tuvo Nadal

Pareció ansioso Nadal desde la primera bola. Y no es una metáfora. Comenzó el encuentro con un drive de Nadal que casi no llegó ni a tocar la red. Falto de movilidad, totalmente descoordinado, sin potencia, ni profundidad en sus golpes...Nadal fue un placebo de lo que realmente es él. A duras penas pudo hacerse evitar irse de vacío en el segundo set, y solo durante algunos juegos del primer àrcial, pareció capaz de cambiar la tendencia. Tuvo un 15-40 en el séptimo juego, y otra bola de break en el noveno. Sólo queda seguir trabajando y luchar por alcanzar la tan ansiada regularidad. Contra Dimitrov y Berdych Nadal fue ese jugador temible para cualquiera, por lo que la progresión es la adecuada.

Roma y París serán claves para ambos

Mañana partirá el español como séptimo del mundo

Sale Nadal de Madrid con el peor ránking desde el 2 de mayo de 2005. Será séptimo el manacorí. Sin embargo, esto no es más que un dato. Mucho más importante es haber podido jugar dos partidos al máximo nivel y ser finalista de un torneo de esta categoría. Lo que ha ocurrido en la final, mejor olvidarlo. Ni tan siquiera para un análisis da este partido. Todo salió mal.

Murray, por su parte, continúa en una nube. Auspiciado por un matrimonio que no sólo proporciona amor sino aparentemente, también buen tenis, el de Dunblane se postula como uno de los favoritos para ganar en Roma y París. Confianza por las nubes para el escocés, que será un rival muy complicado para cualquiera.

Acaba así un torneo de Madrid con un buen de tenis, en el que la baja de Djokovic y la tempranera derrota de Federer, no han deslucido el espectáculo. La irrupción de Murray así como el gran tenis desplegado por Kyrgios, Verdasco, Isner o Berdych han hecho las delicias de un público madrileño que ve en este evento un acontecimiento deportivo y social. Todo se acaba; Nadal no ha podido revalidar su título, pero a buen seguro regresará el año próximo con las mismas ganas e ilusión que las mostradas durante estos nueve días en los que, como reza el lema del torneo, ha habido magia.