Djokovic gana cuando y como quiere. Como si del mismísmo Julio César se tratase, el tenista serbio ha instaurado en el mundo del tenis un régimen totalitario en el que él es el único emperador.

Nole juega con sus rivales, les maneja a su antojo. Incluso el mejor tenista de todos los tiempos, Roger Federer, fue hoy un títere en manos de un Novak Djokovic que llega a Roland Garros con más posibilidades que nunca de lograr la última hazaña que le queda: alzar la Copa de los Mosqueteros al cielo de París.

Novak no perdona

El partido comenzó como suelen hacerlo las finales, frías y sin apenas ritmo. Roger y Nole avanzaban por el set a ritmo de saques, sin amenazar demasiado los del rival. Roger buscó un juego directo, más propio de la hierba londinese que de la tierra romana, y Nole, que parece sentirse cómodo en cualquier situación, aceptó el reto. Como consecuencia,  en un abrir y cerrar de ojos el marcador reflejaba un apretado cuatro iguales.

Dicen los entendidos que el noveno juego es el más importante de un set, y en esta ocasión ambos jugadores se empeñaron en darles la razón. Con el de Belgrado al saque, los dos tenistas cambiaron su patrón de juego, con puntos más largos y elaborados. Djokovic cedía una bola de break, pero es en estos puntos cuando los grande jugadores aparecen. Y Nole apareció. Apareció para salvar masgitralmente su servicio y cerrar el set tras romper el saque de su rival en la primera ocasión que tuvo. 

Tras el inesperado desenlace, Roger salió algo despistado al segundo parcial y eso, ante el actual Djokovic, lo pagas muy caro. Novak ganaba cómodamente su servicio y en el siguiente volvía a quebrar el saque del suizo. Este break y una fiabilidad extrema al saque fueron suficientes para que Djokovic cerrase el set y el partido.

El serbio acababa de lograr su cuarto título en Roma, segundo consecutivo. Con este cuarto entorchado, Djoker suma su 24º Masters 1000 y se queda a solo tres títulos del récord de Nadal. Por si fuese poco, Roma es el 5º Masters 1000 consecutivo que gana el serbio. De locos.

Roger Federer sigue con su particular maldición en el Foro Italico, y es que con esta ya son cuatro las finales que el genio de Basilea ha perdido en uno de los dos Masters 1000 que faltan en sus ingentes vitrinas (junto a Montecarlo). 

Después de esta victoria, las opciones de Djokovic en Roland Garros ganan más enteros, aún si cabe. Parece que solo un milagro de Rafael Nadal puede evitar que este año el rey de París hable serbio.