Presente y futuro se encontraron esta mañana en la Philippe Chatrier, pista principal del complejo deportivo de Roland Garros. El serbio Novak Djokovic, actual número uno del mundo y principal favorito a la victoria en el Grand Slam galo, se enfrentaba al australiano Thanasi Kokkinakis, de 19 años, quien llegaba tras imponerse a su compatriota Bernard Tomic en un partido maratoniano y en pleno desarrollo de su difícilmente cuantificable proyección de futuro. Un tenista voluntarioso, con un buen golpeo tanto de derecha como de revés y muy ágil sobre la pista.

Djokovic llegaba a la tercera ronda del torneo tras imponerse, sin excesivo sufrimiento, a Jarkko Nieminen y Gilles Muller en sus dos primeros cruces. El tenista serbio, imponente número uno actual, se presentaba como claro favorito en un encuentro en el que la fortaleza mental de su adversario jugaría un papel fundamental. Kokkinakis, consciente de la superioridad de Djokovic en encuentros de tal magnitud, saltaba a la pista sin miedo, pero también sin pretensiones, con el único objetivo de disfrutar de su primera gran travesía en un Grand Slam y asumirla para hacer uso de ella en un prometedor futuro.

El encuentro comenzó como era de esperar. Kokkinakis le pegaba plano a la pelota, agresivo, buscando constantemente los winners ante la perspectiva de que Novak Djokovic comenzase a intentar llevar el encuentro a su terreno vedado. Pese a los intentos desenfadados y llenos de voluntad del joven aussie, el número uno mundial no tardó en imponer su ley sobre la arcilla. Djokovic, sin apenas sudar, se movía ligero sobre la pista golpeando con una confianza descomunal, y pronto conseguía el primer break del encuentro a su favor, una rotura que, finalmente, acabaría por sentenciar el primer parcial y marcar la tendencia que seguiría el encuentro a partir de ese momento.

En los dos siguientes sets, la historia se repitió de forma exacta. En ambos, Djokovic lograba romper el saque de Kokkinakis al comienzo del parcial y, a partir de ahí, gestionaba su ventaja amparado en un extremadamente fiable servicio que le permitía no conceder ni una sola oportunidad de break a su rival en todo el encuentro. La valentía de Kokkinakis, su desparpajo y sus intentos vanos de desviar la tendencia del encuentro del dominio del titán balcánico acabaron quedándose en papel mojado ante la superioridad insultante de un Djokovic estelar.

Tras lograr su tercera victoria sin aparentes problemas (triple 6-4), Novak Djokovic confirma que su candidatura de este año en Roland Garros es más seria de lo que nunca lo ha sido. Tras arrasar en la temporada de tierra con sus títulos en Montecarlo y Roma, el serbio busca reafirmarse como uno de los mejores tenistas de la historia completando un su Grand Slam particular, que actualmente sólo adolece la ausencia del torneo parisino. La sensación que deja Djokovic en los labios del aficionado tenístico tras estas tres primeras rondas es de una superioridad que le ha permitido no sólo vencer con amplia ventaja sobre sus rivales, sino hacerlo sin necesidad aparente de exprimirse.

Por su parte, el joven Thanasi Kokkinakis se despide de Roland Garros después de ejecutar su, hasta el momento, mejor actuación en un torneo de categoría Grand Slam, que probablemente le permitirá alcanzar, a sus 19 años, un puesto cercano al top 60 en el ranking ATP. Un paso más en el lanzamiento de una carrera que parece poseer los ingredientes para llegar a ser verdaderamente exitosa, al igual que la de su compatriota Nick Kyrgios, también derrotado esta misma mañana por el británico Andy Murray.